sábado, 21 de julio de 2012

Otra mirada sobre la rutina


Como recurrir al diccionario es para mí una rutina en la que insisto alegremente cada vez que intento dilucidar matices de nuestro bellísimo idioma, fui esta vez a buscar el significado de “rutina”, vocablo que mi fiel Diccionario de la Lengua Española define como: “Costumbre inveterada, hábito adquirido de hacer las cosas por la mera práctica y sin razonarlas”. “Inveterado”, por otra parte, significa antiguo, arraigado.
Leo y releo las palabras buscando signos positivos, pero finalmente tengo que admitir que estamos ante una definición un tanto triste, por no decir deprimente.
Que es justamente el sentimiento que se despierta en la mayoría de las personas cuando hablan de la rutina en general o de sus rutinas en particular.
Por eso, para alivianar esa carga y confiando en que mi diccionario comprenderá este intento mío porque sabe que soy una optimista irremediable, quisiera proponerles hoy otra mirada sobre la rutina.
Y sin desconocer que las costumbres pueden ser inveteradas tanto como adquiridos pueden ser los hábitos, estoy dispuesta a desafiar la parte de la rutina que la condena a ser una mera práctica de cosas que se hacen sin que medie el razonamiento.
Empecemos por descartar algunos extremos: la rutina del hambre cuando la pobreza no permite calmarlo, la rutina de la guerra cuando el odio o la ambición cercenan cualquier posibilidad de diálogo, la rutina de la enfermedad cuando se vuelve crónica por falta de medicación y de cuidado sanitario, como todas las rutinas que se generan y se instalan cuando los seres humanos nos miramos el ombligo en vez de mirar a los demás, son rutinas espantosas y claman por nuestra intervención urgente para cambiarlas, para subsanarlas, para crear nuevas rutinas que nos hagan tomar conciencia y hacernos cargo de nuestras responsabilidades cívicas y sociales, seamos quienes seamos y estemos donde estemos.
Dicho esto, en lo que creo profundamente, retomo el concepto de rutina de gente que quizás tiene una familia, algunos buenos amigos, un trabajo que podrá amar o detestar pero que le da de comer, algún que otro pasatiempo y aunque sea un paréntesis de ocio de vez en cuando para hacer o dejar de hacer lo que le dé la gana, y sin embargo se siente habitualmente aplastada por la rutina, por su rutina.
Lo que sigue está lejos de ser una receta, porque para estas lides no existen, ni mucho menos un consejo, porque no querría aburrirlos. Es simplemente una propuesta y consiste en hacer el intento de renovar nuestra mirada acerca de la rutina.
Fíjense como en nuestro cuerpo, aunque vaya envejeciendo, todo se renueva permanentemente: el pelo, las uñas, el oxígeno, la piel. Y sucede sin el consentimiento de nuestra voluntad. El cuerpo no nos pide permiso para ir cambiando. No controlamos nuestras funciones vitales.
Pero sí podemos hacer el ejercicio de utilizar algunas de esas funciones vitales para hacer ingresar en nuestro organismo, nuestra mente y nuestra alma una buena dosis de asombro por el hecho de estar vivos y también, ya que estamos, podríamos hacer un recuento de todo lo bueno que nos sucede cada día y que pasa desapercibido ante nuestros ojos porque tenemos la mirada un poco malcriada y quejumbrosa.
Voy a ir enumerando y a quien le quepa el sayo, que se lo ponga. Un buen mate caliente en invierno, compartido con alguien que hayamos elegido; dos medialunas en cualquier café de Buenos Aires o pulpería pueblerina de nuestro divino país; una copa de vino para brindar por lo que se nos ocurra, solos o acompañados. Un helado enorme en pleno calor de verano para hacer un parate y seguir con lo que resta de la jornada.
Y para que la lista no gire siempre alrededor de la comida –aunque bien vale agradecerle a la vida un buen asado- caben también en este “Inventario para la Renovación de la Rutina” la sonrisa del hijo pequeño cuando se despierta, el abrazo esporádico robado a nuestro hijo adolescente, la aprobación de nuestro jefe a un trabajo bien hecho, la atención amable de la empleada del quiosco de enfrente.
El placer de ir leyendo en el subte o el colectivo una novela que nos atrapa, el merecido descanso de quince minutos frente al televisor con los pies descalzos sobre el sillón, la charla con nuestra pareja que veníamos esquivando y que terminó con un beso en lugar de una pelea; la película, la palabra de un amigo o la caricia que nos habilitan un llanto largamente postergado; la posibilidad de comprar jazmines para perfumar nuestra casa o regalárselos a alguien.
La escucha atenta de alguien que además de oírnos, nos presta su hombro cuando nos sentimos vulnerables; la sorpresa de ver –si estamos dispuestos a mirar- cómo cambian los colores de nuestra casa cuando abrimos las ventanas y entra el sol; y también cómo el gris de la lluvia nos invita a la intimidad y a volver al hogar.
La soledad que nos permite tomarnos un tiempo para hacer silencio y empezar a conocernos mejor; la canción que podríamos escuchar un millón de veces sin cansarnos; el mail que esperábamos y que finalmente llegó.
La alegría de saber que alguien a quien amamos recibió una buena noticia; la oportunidad de ayudar a esa persona que, esta vez, no dejamos pasar; el teléfono o el timbre que sonaron y del otro lado algo o alguien nos sorprendió gratamente.
La lealtad de esa persona que siempre guarda nuestros secretos; la idea que se nos ocurrió de pronto y que podría cambiar un panorama; el proyecto que generamos o al que adherimos, que enciende nuestro entusiasmo y nuestras ganas de poner manos a la obra.
La pasión, la emoción, la gracia, el detalle sutil, la entrega, en fin, son tantos los posibles aportes que podemos hacer para reconciliarnos con la rutina, para transformarla en una práctica razonada y construida conscientemente en lugar de aceptarla con una frustración resignada…
Les propongo que empecemos hoy. Que empecemos ya. Me encantaría que me ayudaran a completar esta lista que podría llegar a ser infinita. Si quieren hacerlo, si verdaderamente tienen ganas de renovar su mirada sobre la rutina, cuéntennos qué van a hacer al respecto.
Clarina Pertiné

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