domingo, 1 de julio de 2012

La libertad


Hoy me gustaría compartir con ustedes un fragmento del libro que Fernando Savater, filósofo español contemporáneo, escribió para su hijo Amador cuando este era adolescente. La obra se llama “Ética para Amador”.

Y como la cuestión de la libertad es uno de los temas esenciales de la Filosofía y Savater lo encara desde el comienzo, vamos a ver cómo le explica el autor a su hijo qué es la libertad.

Dice así: “Por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa (al menos, que no esté del todo). Podemos decir “sí” o “no”, quiero o no quiero. Por muy achuchados que nos veamos por las circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios”.

Y continúa: “Cuando te hablo de libertad es a esto a lo que me refiero. A lo que nos diferencia de las termitas y las mareas, de todo lo que se mueve de modo necesario e irremediable. Cierto que no podemos hacer cualquier cosa que queramos, pero también cierto que no estamos obligados a querer una sola cosa. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones respecto de la libertad:

Primera: No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido tal día, de tales padres y en tal país, ser guapos o feos, etcétera) sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo, es decir: obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados, etcétera.

Segunda: Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo mismo la libertad (que consiste en elegir dentro de lo posible) que la omnipotencia (que sería conseguir siempre lo que uno quiere, aunque pareciese imposible). Por ello, cuanta más capacidad de acción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad.

“Hay cosas que dependen de mi voluntad –y eso es ser libre- pero no todo depende de mi voluntad –entonces sería omnipotente, porque en el mundo hay muchas otras voluntades y  muchas otras necesidades que no controlo a mi gusto”.

“Si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en que vivo, mi libertad se estrellará una y otra vez contra lo necesario. Pero, cosa importante, no por ello dejaré de ser libre, aunque me escueza”.

“Uno puede considerar que optar libremente por ciertas cosas en ciertas circunstancias es muy difícil (entrar en una casa en llamas para salvar un niño, por ejemplo) y que es mejor decir que no hay libertad para no reconocer que libremente se prefiere lo más fácil, es decir, esperar a los bomberos”.
“Pero dentro de las tripas algo insiste: “Si tú hubieras querido…”

“En resumen” sostiene Savater “a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente”.

“Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo a lo que los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles”.

“De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llamamos ética”.

Hasta aquí, las palabras de Fernando Savater en su libro “Ética para Amador”.
Como él, muchos autores se han preguntado por el significado y el sentido de la libertad. Víctor Frankl, psiquiatra y escritor judío que sobrevivió a los horrores del campo de concentración de Auschwitz y fundó a su regreso la Logoterapia, cuenta sus observaciones y experiencias respecto de la libertad en un maravilloso libro titulado “El hombre en busca de sentido”.

Allí nos dice, respecto de la libertad interior: “Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barraca en barraca consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección personal ante un conjunto de circunstancias- para decidir su propio camino”.
“El tipo de persona en que se convertía un prisionero”, relata el autor, “era el resultado de una decisión íntima y no únicamente de la influencia del campo. Fundamentalmente, pues, cualquier hombre podía, incluso bajo tales circunstancias, decidir lo que sería de él mental y espiritualmente, pues aún en un campo de concentración puede conservar su dignidad humana”.

“La libertad íntima nunca se pierde”, afirma el doctor Frankl. “Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito.”

Desde este espacio de radio, hoy hemos querido acercarles la perspectiva  de dos filósofos sobre la libertad humana.

Quizás hoy sea un buen día para preguntarnos si nos sabemos libres, si nos sentimos libres, cuáles son nuestros condicionamientos y si estamos dispuestos a superarlos para que nuestra libertad, que es inherente a nuestra condición humana y por lo tanto nos define, sea cada vez más profunda, más plena y más llena de sentido.

Ustedes saben que nos encanta escucharlos, conocer sus opiniones y vivencias. Les agradecemos y valoramos muchísimo sus mails y sus mensajes, que respondemos personalmente para seguir enriqueciendo este diálogo que nos nutre y nos alienta a seguir dedicándoles a ustedes este espacio.

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