“La
sabiduría de las emociones” es el nombre de un libro de Norberto Levy, médico y
psicoterapeuta argentino que desde hace más de veinte años investiga los
mecanismos de la autocuración psicológica. Les recomiendo especialmente esta
obra, que está escrita con un lenguaje preciso y sencillo y nos da algunas
pautas muy interesantes para tener en cuenta cuando hablamos de nuestras
emociones.
Levy dice
que “del mismo modo que las luces del tablero del automóvil se encienden e
indican que ha subido la temperatura o queda poco combustible, cada emoción es
una luz de tonalidad específica que se enciende e indica que existe un problema
a resolver”.
“El miedo,
la ira, la culpa, la envidia, etcétera, son estupendas y refinadísimas señales
que alertan, cada una de ellas, acerca de un problema particular y su función
es remitir a ese problema”.
“Por lo
tanto”, continúa Levy, “las emociones son aprovechadas completamente cuando uno
aprende qué problema específico detecta cada emoción y cuál es el camino que
resuelve el problema detectado”.
“Cuando
esto ocurre, uno se concentra en la resolución del problema y le agradece a la
emoción haber orientado la mirada en esa dirección, por más dolorosa e inquietante
que esa emoción pueda haber parecido al comienzo”.
Y explica
cuál es la sabiduría de las diferentes emociones; cuál es la valiosa
información que nos brindan si estamos atentos a escuchar su mensaje en lugar
de juzgarnos negativamente por experimentarlas.
Por
ejemplo, sobre el miedo nos dice que “es la sensación de angustia que se
produce ante la percepción de una amenaza” y nos “indica que existe una
desproporción entre esa amenaza a la que nos enfrentamos y los recursos con que
contamos para resolverla”.
Levy nos
propone, entre otras cosas, un ejercicio de diálogo franco y abierto entre
nuestro aspecto de juez severo y evaluador y nuestro aspecto miedoso.
Y señala
que “el aspecto miedoso se calma cuando es escuchado con respeto y cuando
siente que lo que dice es genuinamente tenido en cuenta. No es cierto que el
aspecto miedoso sea así por naturaleza. Puede estar funcionando así desde hace
mucho tiempo y creer también que no hay otras posibilidades, lo cual es muy
posible y también muy frecuente”, pero “cuando se ingresa más hondo en él se
comprueba inequívocamente que el aspecto miedoso no quiere vivir con miedo”.
“Profundamente,
lo que más quiere es que se lo ayude a desarrollar sus capacidades potenciales,
y cuanto más lo logra y más puede, más expande los desafíos que desea”.
“Si
escuchamos lo que nos dice, tomamos en cuenta en qué estado se encuentra y de
qué modo podemos ayudarlo a equilibrar la relación entre los recursos con que
contamos y la amenaza que nos produce miedo, transformamos un lastre desahuciado
en un colaborador activo y vital.”
“Nos
integramos, nos unificamos. Restablecemos la sociedad interior en la que existe
colaboración”.
Pasamos
entonces de la actitud de no escuchar a nuestro miedo a la de escuchar su voz,
y ayudar así a nuestro aspecto temeroso para que podamos diseñar nuestras
acciones a la medida de nuestras posibilidades reales, lo cual nos va a
permitir actuar cada vez con más tranquilidad y confianza.
Levy
desarrolla en su libro un análisis sobre varias emociones y nos propone
diversas estrategias para comprender mejor su naturaleza y su comportamiento.
Según sus
palabras, “cuando se puede encontrar el amor allí donde parece que el amor no
está es cuando se devuelve a cada emoción su sentido más profundo. Es cuando
puede accederse a la sabiduría de las emociones”.
Vuelvo a
recomendarles este libro de Norberto Levy, médico y psicoterapeuta argentino, y
también les digo, como cada día, que nos encanta escucharlos: recibir sus
comentarios, sugerencias y opiniones.
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