domingo, 1 de julio de 2012

La adopción


Nuestro país se rige, en materia de adopción, por la ley 24.779, que data del año 1997. Pero ahora un proyecto de reforma trae aires de cambios que han sido pensados teniendo como norte el interés superior de los niños.

Seguramente todos estaremos de acuerdo en que históricamente, en muchas oportunidades han sido ellos, los niños, quienes pagaron el precio de demoras burocráticas inadmisibles que los dejaron institucionalizados durante años cuando en realidad podrían haber crecido dentro del marco de contención y amor de una familia adoptiva.

Familia a la que por otra parte tienen derecho una vez que se ha comprobado que no existe ninguna posibilidad de encontrar una red de sostén dentro de su ámbito de origen.

Es para celebrar el hecho de que finalmente se modifique y se actualice la ley de adopción con la idea de garantizar a los niños su derecho a tener una familia y vivir con ella.

También es sumamente esperanzador comprobar que cada vez son más las personas y familias que se están animando a adoptar niños más grandes –no solamente recién nacidos- y también grupos de hermanos.

Si bien la mayoría de las mujeres empiezan a transitar el camino de la adopción con la expectativa de recibir un niño recién nacido –y hay múltiples razones, todas válidas y comprensibles para que así sea- hoy en día comienza a notarse cada vez más el trabajo paciente y amoroso de las organizaciones que ayudan, acompañan y apoyan a las familias que tienen la intención de adoptar.

Estas organizaciones convocan e invitan a las familias adoptivas a charlas, seminarios y encuentros que tienen entre sus objetivos acercarles las vivencias positivas y siempre conmovedoras de quienes ya se animaron a dar un paso más abriendo y ampliando el corazón para cobijar en su seno a chicos que llevan varios años esperando una familia.

Los testimonios tienen un denominador común que es la alegría. Estos padres y madres adoptivos han confirmado a través de su experiencia que adoptar niños más grandes les cambió la vida para mejor, la enriqueció con el vínculo que pudieron generar con sus hijos.

Los niños, a su vez, pudieron, de a poco, contarles su historia previa a la adopción, entablar con ellos un diálogo que fue sanando heridas profundas, compartir con ellos su infancia, sus juegos, sus aprendizajes y sus sueños.

En cuanto a las familias que han adoptado grupos de hermanos, coinciden en que la diversidad les enseñó a disfrutar de las diferentes personalidades y que la felicidad de haberse encontrado mutuamente se multiplicó con la llegada de cada uno de los hermanos.

Por supuesto que hay incertidumbres, temores y dificultades durante el proceso de adopción y también cuando llega el momento de adaptarse a la nueva convivencia.

Pero siempre están las redes familiares y de amigos que sostienen, alientan, dan una mano, así como también está el trabajo que antes mencionábamos, el que realizan las fundaciones dedicadas a acompañar a estas nuevas familias.

Allí, un grupo interdisciplinario de profesionales les brindan toda su calidez y sus conocimientos a los padres adoptivos para que puedan sentirse cada vez más seguros y reafirmen su confianza en ellos mismos, en sus hijos y en las familias que han formado.

Así que si algunos de ustedes están pensando en la posibilidad de adoptar uno o más niños, les recomendamos que se acerquen a conocer a la gente de Adoptare y de Reanudar, para que puedan comenzar su camino en compañía de personas que estarán a su lado en cada paso que tengan que dar. Les paso sus datos:

Adoptare: www.adoptare.com.ar

Reanudar es el nombre del equipo de adopción de una fundación que se llama “Campos del Psicoanálisis”, por eso su página es: 

www.psicoanalisis.org.ar

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