viernes, 28 de junio de 2013

Media naranja

¿Te preguntaste alguna vez cuál es el origen de la expresión “media naranja” que usamos para referirnos a la persona amada? Tendremos que remitirnos a la Grecia clásica, como tantas veces hemos hecho para buscar explicaciones de los más variados temas.
Platón escribió su obra en forma de diálogos. Uno de sus últimas obras se llamo “El banquete” data del año 380 AC y su tema es el amor. Junto con otro diálogo llamado “Fedro” conforman la idea de amor platónico.
Uno de los personajes de “El banquete”, el poeta Aristófanes, relata el siguiente mito: “…en un principio, la raza humana era casi perfecta. Los seres eran esféricos como naranjas; tenían dos caras opuestas sobre una misma cabeza, cuatro brazos y cuatro piernas que utilizaban para desplazarse rodando. Estos seres podían ser de tres clases: uno, compuesto de hombre + hombre, otro de mujer + mujer y un tercero (el 'andrógino'), de hombre + mujer.
Su vanidad les llevó a enfrentarse a los dioses creyéndose semejantes a ellos. Zeus los castigó partiéndolos por la mitad con el rayo; y mandó a Hermes que a cada uno le atara la carne sobrante en torno al ombligo. Ya repuestos, los seres andaban tristes buscando siempre a su otra mitad, y si alguna vez llegaban a encontrarse con ella, se enlazaban con sus brazos hasta dejarse morir de inanición.
Zeus, compadecido por la estirpe humana, ordenó a Hermes que les girase la cara hacia el mismo lado donde tenían el sexo: de este modo, cada vez que uno de estos seres encontrara a su otra mitad, de esa unión pudiera obtener placer y si además se trataba de un ser andrógino pudieran tener descendencia.
Desde entonces los seres humanos nos vemos condenados a buscar entre nuestros semejantes a nuestra media naranja con la que unirnos en abrazos que nos hagan más "completos". Sin embargo, Zeus amenazó con cortarnos de nuevo en dos mitades -para que, así, caminemos dando saltos sobre una sola pierna-, en caso de que la raza humana no aprenda a respetar sus propios límites y a superar su peligrosa arrogancia.”[1]
Encontrar nuestra media naranja no siempre es tarea fácil. Vamos muchas veces boyando por la vida tratando de abrazar a aquella persona que nos haga sentir completas. A veces creemos encontrarla y nos equivocamos. Y nos toca empezar de vuelta la búsqueda. O la espera. O la resignación.
Pero si la encontramos, ay si tenemos la suerte de encontrar nuestra “media naranja”, vamos sonriendo por la vida. Parecemos ligeramente idiotizados pero créanme que el cerebro, y no el corazón, es el órgano encargado de producir en nosotros aquellos cambios que experimentamos cuando nos sentimos enamorados.
Porque investigaciones científicas han llegado a la conclusión de que tanto el amor como el deseo sexual activan áreas del núcleo estriado y de la ínsula localizadas en el cerebro. En esos casos, las neuronas que se estimulan son ligeramente distintas. La región activada por el deseo sexual es la misma que se pone en marcha ante estímulos que causan placer inmediato como el sexo y la comida. Sin embargo, el área vinculada al amor está implica en procesos de condicionamiento mediante los cuales a aquellas cosas que nos generan una recompensa se les atribuye un valor, convirtiendo el deseo en amor.
En ustedes está elegir si la explicación de Platón en boca de Aristófanes los convence más que el estudio de la actividad neuronal de algunas tantas personas enamoradas para explicar por qué la mayoría de nosotros buscamos o recibimos de buen grado el enamoramiento.
¡Desde acá celebramos las consecuencias!
Natalia Peroni

[1]http/ historia/origen-de-la-expresion-media-naranja.html

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