domingo, 1 de julio de 2012

La publicidad


Hoy les voy a contar brevemente una historia que nos llevará al tema de la publicidad.

En el año 1862 un inmigrante oriundo de Boston, llamado Melville Sewell Bagley, recaló en la Argentina. Comenzó a trabajar en la farmacia de "La Estrella", en la porteña esquina de Defensa y Alsina. Allí, entre alambiques, tubos de ensayo, fórmulas ingeniosas y utilizando las naranjas de una vieja quinta ubicada en Bernal, creó una bebida de la que pronto hablaría todo Buenos Aires.

Al vislumbrar el potencial de su bebida, Melville comenzó a planificar una campaña publicitaria muy original y vanguardista para la época: un día como cualquiera los porteños comenzaron a ver las calles pintadas con enormes letreros con la palabra “Hesperidina” y nada más.

La curiosidad invadió a gran parte de los 140.000 habitantes que en ese momento tenía Buenos Aires. Durante más de dos meses, nadie pudo descifrar su significado hasta que tiempo después, un 24 de diciembre de 1864, se develó la incógnita en “La Tribuna”, uno de los periódicos más importantes del país.

El mejor y más original aperitivo del mundo nacía en la Argentina y ya se podía comprar. Intriga primero, develación después: el lanzamiento fue un auténtico suceso.

Fue tal el éxito que inmediatamente comenzaron a aparecer las falsificaciones o imitaciones de dudoso origen. Melville actuó rápidamente, convenciendo al Presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda, de la necesidad de crear un registro de marcas y patentes. En 1876  efectivamente fue creado, y en su honor Hesperidina fue la marca número uno en registrarse en Argentina.

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