domingo, 1 de julio de 2012

Cafés de Buenos Aires


Hay lugares de Buenos Aires donde el café es una excusa para la charla con amigos, un juego de cartas o billar entre sus habitúes, la lectura del diario o simplemente pasar un rato como los porteños gustan de hacer: tomando un cafecito.

Hace algunos años el pocillo de cerámica y el pequeño vaso de vidrio vieron asomar al escenario extraños envases descartables, algunos de un tamaño impensado.

Por otro lado, el café solo, cortado o lágrima dejaron de ser los protagonistas y comenzaron a compartir cartel con el café americano, el machiato, el frapuchino, los batidos de diferentes tipos y sabores y las versiones frías del té o el café.  Pero a pesar de la feroz competencia, algunos cafés tradicionales siguen vigentes con sus menús de siempre. Les propongo recordar algunos.

El Tortoni, por ejemplo, es el paradigma del café porteño. Más de 150 años atrás fue inaugurado por un inmigrante francés, para ser vendido luego a otro francés que le mantuvo su nombre. Era un lugar muy frecuentado por artistas, de quienes el dueño se quejaba porque consumían poco, pero le daban un aire bohemio sumamente atractivo.

Unas cuadras más hacia el centro nos espera otro símbolo de Buenos Aires, con 115 años historia y un aire muy porteño: Los 36 Billares. Muy influenciado en su diseño y frecuentado además por miembros de la colectividad hispana, es un lugar de tango en el cual, por las noches, desfilan muy buenos artistas. En el subsuelo se juega al billar, al pool, a las cartas, a los dados y al dominó.

La Avenida Corrientes alberga otros muchos y tradicionales cafés porteños.  En la esquina de Corrientes y Montevideo todavía se discute de política en La Paz, que fue un lugar emblemático durante los  años 60, cuando los hippies concurrían a sus citas obligadas vestidos de flores. En sus mesas se reunían grandes pensadores como David Viñas, Ricardo Piglia y Rodolfo Walsh, entre otros.

El café Domínguez, ubicado en Corrientes y Paraná, fue el primer café de Buenos Aires abierto las 24 horas y en su mostrador se instaló la primera  máquina de café express. Celedonio Flores[i] y Enrique Cadícamo[ii], dos increíbles poetas del tango, le dedicaron una estrofa.

Bar Domínguez
de la vieja calle Corrientes que ya no queda...
De cuando era angosta y la gente
se mandaba el saludo
de vereda a vereda...

La Richmond, en cambio, ubicada en Florida y Corrientes, supo ser desde siempre un café literario.

La Fragata también estuvo en la intersección de las calles Corrientes y San Martín. Irreemplazable café para el encuentro de personajes de la “city porteña", que discutían allí sobre las cotizaciones de la  Bolsa.

Sigue siendo un enorme placer tomar un café con leche por la mañana, un vermú  por la tarde o un cafecito a cualquiera hora en muchos de estos lugares que conservan la boiserie clásica, los banderines de fútbol o las fotos de artistas y deportistas colgadas en las paredes. Paredes que se resisten a la escenografía moderna y donde la mejor forma de pasar el tiempo es disfrutar la vida en pequeños pocillos.






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