martes, 10 de julio de 2012

El tiempo


Hoy les propongo reflexionar sobre el tiempo. Sobre el pasado, el presente y el futuro que forman la línea imaginaria que es nuestra vida y la de historia de la humanidad.
Pensemos esto: ahora mismo es presente, pero ya dejó de serlo. Este presente desde el que les hablo se va volviendo pasado y anticipa un futuro, el final de esta columna, por ejemplo, o del resto del día.
Este presente que es efímero, si una medida de tiempo cabe para medirlo. O también este presente que no existe, porque si el tiempo pasa, o corre, debería detenerse para que pudiéramos medirlo.
Entonces, desde este presente casi ilusorio, podemos pensar en el tiempo. En el que estamos viviendo, en el que pasó y en el que vendrá. No todo tiempo pasado fue mejor, aunque muchos nostálgicos sigan aferrándose a esa idea.
Lo pasado se hilvana en nuestra memoria y si vamos hacia atrás, muy hacia atrás en nuestros recuerdos, podemos decir que muchos momentos, como perlas unidas en un collar, constituyen nuestro yo.
Algunas son perlas blancas, brillantes de puros buenos recuerdos, otras son perlas negras, y si las observamos con mayor detalle y profundidad, la mayoría de esas perlas tal vez desplieguen toda la gama de los grises imaginables.
El futuro es nuestra esperanza y, en incontables ocasiones, también nuestro desasosiego. Es la más perfecta de las incógnitas y contiene la más verdadera de todas nuestras certezas.
Si hoy podemos pensar o imaginar un futuro, significa que estamos vivos y también significa que algún día ya no estaremos más. ¿Quién no siente angustia ante tal pensamiento? ¿Y qué hacemos frente a esa angustia?
Puede paralizarnos; puede hacernos actuar frenéticamente para no perdernos nada. Pero también puede hacernos tomar conciencia de que la vida es una y aunque suene a lugar común, lo mejor es vivirla.
Vivir la vida tiene que ver con pensar y darnos cuenta de que este instante que estamos transitando no se va a repetir. Que esta oportunidad para apoyar a nuestros hijos, llamar a nuestros padres u homenajear a nuestra pareja es única.
Que esta posibilidad de arrancar con un proyecto postergado, de comprar flores, ir al cine o a mirar los aviones, no va a volver. Entonces no pensaremos “mañana lo hago, mañana empiezo” y sencillamente nos decidiremos a hacerlo.
Vivir la vida tiene que ver con que el tiempo no nos atropelle; nosotros podemos disfrutar de los momentos que la vida nos ofrece y tomar las riendas de nuestra propia existencia.
Amar lo que tenemos, amar nuestro presente significa revalorizar nuestras  circunstancias. Nietzsche usaba una frase en latín para describir esta actitud: amor fati, que quiere decir amor al destino.
Amar lo que nos pasa, aún cuando conlleve sufrimiento. Pensar que los acontecimientos que sacuden nuestra vida, incluidas las pérdidas, tienen un sentido que podemos intentar descifrar y capitalizar para nuestro desarrollo, para la profundización de nuestra madurez y sabiduría, y que por eso podemos considerarlos buenos.
Les propongo volver a nuestra reflexión sobre el tiempo, no ya desde nuestras vivencias sino como un ejercicio de racionalización que podemos encarar  juntos.
Hablamos de este presente que es ilusorio, porque como el tiempo no se detiene, la fracción infinitesimal de tiempo que podríamos abstraer entre el pasado y el futuro es cero, o nada. Pero ¿y el pasado? El pasado no existe: solo es real en nuestra imaginación. El futuro tampoco existe porque aún no ha sucedido. Entonces, ¿el tiempo existe o no?
Los griegos creían que el tiempo era una ilusión. Y a lo largo de los siglos, las consideraciones y teorías sobre la existencia y la naturaleza del tiempo se han sucedido de la mano de filósofos, físicos y muchos otros eruditos que se empeñaron en medirlo y describirlo.
Sin embargo, quizás por ignorancia o por la incapacidad de comprender complicadísimas ecuaciones físico-matemáticas, tal vez no estemos muy lejos de los griegos.
Y podamos así concluir que el tiempo es solo una manera de pensar que una cosa sucede a la otra como resultado de esta primera. Y que en esa sucesión de momentos que conforman nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro, somos nosotros los únicos que tenemos la oportunidad de vivirlos plenamente.
¿Y ustedes? ¿Cómo viven el paso del tiempo? ¿Se plantean interrogantes acerca de la naturaleza del tiempo? ¿Atesoran algunos momentos para intentar detener el tiempo o para darle un sentido?
Natalia Peroni

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