Hoy les
propongo reflexionar sobre el tiempo. Sobre el pasado, el presente y el futuro
que forman la línea imaginaria que es nuestra vida y la de historia de la
humanidad.
Pensemos
esto: ahora mismo es presente, pero ya dejó de serlo. Este presente desde el
que les hablo se va volviendo pasado y anticipa un futuro, el final de esta
columna, por ejemplo, o del resto del día.
Este
presente que es efímero, si una medida de tiempo cabe para medirlo. O también
este presente que no existe, porque si el tiempo pasa, o corre, debería
detenerse para que pudiéramos medirlo.
Entonces, desde
este presente casi ilusorio, podemos pensar en el tiempo. En el que estamos
viviendo, en el que pasó y en el que vendrá. No todo tiempo pasado fue mejor,
aunque muchos nostálgicos sigan aferrándose a esa idea.
Lo pasado
se hilvana en nuestra memoria y si vamos hacia atrás, muy hacia atrás en
nuestros recuerdos, podemos decir que muchos momentos, como perlas unidas en un
collar, constituyen nuestro yo.
Algunas son
perlas blancas, brillantes de puros buenos recuerdos, otras son perlas negras, y
si las observamos con mayor detalle y profundidad, la mayoría de esas perlas
tal vez desplieguen toda la gama de los grises imaginables.
El futuro
es nuestra esperanza y, en incontables ocasiones, también nuestro desasosiego.
Es la más perfecta de las incógnitas y contiene la más verdadera de todas
nuestras certezas.
Si hoy
podemos pensar o imaginar un futuro, significa que estamos vivos y también
significa que algún día ya no estaremos más. ¿Quién no siente angustia ante tal
pensamiento? ¿Y qué hacemos frente a esa angustia?
Puede paralizarnos;
puede hacernos actuar frenéticamente para no perdernos nada. Pero también puede
hacernos tomar conciencia de que la vida es una y aunque suene a lugar común,
lo mejor es vivirla.
Vivir la
vida tiene que ver con pensar y darnos cuenta de que este instante que estamos
transitando no se va a repetir. Que esta oportunidad para apoyar a nuestros
hijos, llamar a nuestros padres u homenajear a nuestra pareja es única.
Que esta
posibilidad de arrancar con un proyecto postergado, de comprar flores, ir al
cine o a mirar los aviones, no va a volver. Entonces no pensaremos “mañana lo
hago, mañana empiezo” y sencillamente nos decidiremos a hacerlo.
Vivir la
vida tiene que ver con que el tiempo no nos atropelle; nosotros podemos disfrutar
de los momentos que la vida nos ofrece y tomar las riendas de nuestra propia
existencia.
Amar lo que
tenemos, amar nuestro presente significa revalorizar nuestras circunstancias. Nietzsche usaba una frase en
latín para describir esta actitud: amor
fati, que quiere decir amor al destino.
Amar lo que
nos pasa, aún cuando conlleve sufrimiento. Pensar que los acontecimientos que
sacuden nuestra vida, incluidas las pérdidas, tienen un sentido que podemos
intentar descifrar y capitalizar para nuestro desarrollo, para la
profundización de nuestra madurez y sabiduría, y que por eso podemos
considerarlos buenos.
Les
propongo volver a nuestra reflexión sobre el tiempo, no ya desde nuestras
vivencias sino como un ejercicio de racionalización que podemos encarar juntos.
Hablamos de
este presente que es ilusorio, porque como el tiempo no se detiene, la fracción
infinitesimal de tiempo que podríamos abstraer entre el pasado y el futuro es
cero, o nada. Pero ¿y el pasado? El pasado no existe: solo es real en nuestra
imaginación. El futuro tampoco existe porque aún no ha sucedido. Entonces, ¿el
tiempo existe o no?
Los griegos
creían que el tiempo era una ilusión. Y a lo largo de los siglos, las
consideraciones y teorías sobre la existencia y la naturaleza del tiempo se han
sucedido de la mano de filósofos, físicos y muchos otros eruditos que se
empeñaron en medirlo y describirlo.
Sin
embargo, quizás por ignorancia o por la incapacidad de comprender
complicadísimas ecuaciones físico-matemáticas, tal vez no estemos muy lejos de
los griegos.
Y podamos
así concluir que el tiempo es solo una manera de pensar que una cosa sucede a
la otra como resultado de esta primera. Y que en esa sucesión de momentos que
conforman nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro, somos nosotros los
únicos que tenemos la oportunidad de vivirlos plenamente.
¿Y ustedes?
¿Cómo viven el paso del tiempo? ¿Se plantean interrogantes acerca de la
naturaleza del tiempo? ¿Atesoran algunos momentos para intentar detener el
tiempo o para darle un sentido?
Natalia Peroni
No hay comentarios:
Publicar un comentario