martes, 6 de noviembre de 2012

Curiosidades del lenguaje


Hace unos meses, en este espacio citamos algunos fragmentos del libro “Las mil y una curiosidades de Buenos Aires”, cuyo autor es un periodista argentino que se llama Diego Zigiotto.
El libro es sumamente interesante y nos provee de un variadísimo material para conocer secretos, relatos, leyendas y datos históricos de la ciudad de Buenos Aires. Una ciudad que despliega frente a nosotros sus múltiples facetas, muchas de las cuales nos arrancan sonrisas, ya sean de nostalgia, sorpresa o complicidad con el humor con que el autor las rescata y las revela a sus lectores.
Bajo el título “Curiosidades del lenguaje”,  Diego Zigiotto comparte las siguientes:
**Para no asistir a clases, los alumnos del Colegio Nacional Buenos Aires solían esconderse en los antiguos túneles que corren bajo la escuela, situada en la Manzana de las Luces. Como en los pasadizos abundaban los roedores, se decía que los chicos “se hacían la rata”, desde entonces faltar al colegio sin permiso de los padres.
**Un producto adquirido por un valor inferior al esperado, una ganga, recibe en Buenos Aires el nombre “pichincha”. Surgió en los alrededores del antiguo Mercado Spinetto, un centro de abastecimiento minorista –a diferencia del mayorista Abasto- que ofrecía importantes rebajas. Pichincha es una de las calles laterales de ese mercado, ubicado en el barrio de Balvanera. Sobre la vereda opuesta se ubicaban galpones de venta de frutas y verduras, de manera tal que la persona que iba a recorrer la calle en busca de los mejores precios iba a “hacer pichinchas”.
**La palabra “ciruja” surgió en el “barrio de la Quema” o “de las Ranas”, actual Parque de los Patricios, donde se arrojaban los residuos de la ciudad. El término designa a quienes revolvían la basura, según se dice, con precisión de cirujanos. El vocablo “rana”, como una suerte de pícaro, proviene del mismo lugar.
**Según el Diccionario de Real Academia Española, “canillita” define al vendedor callejero de periódicos. El término comenzó a popularizarse a partir del libro Canillita, del dramaturgo uruguayo Florenci Sánchez, cuyo protagonista era precisamente un niño de piernitas flacas que vendía diarios. El Día del Canillita se festeja cada 7 de noviembre, en memoria de la fecha del fallecimiento de Sánchez en 1947.
**El origen de la palabra “patovica”, que designa a los musculosos porteros de los boliches bailables, debe buscarse en la marca de patos Vica, que se vendía hace años. Los patos Vica eran “doble pechuga” y alimentados con hormonas.
**”Llorar la carta” responde a una antigua costumbre porteña de pedir limosna casa por casa: el mendigo mostraba a quien lo atendiera una carta, firmada por algún personaje público, que describía las desgracias del portador. Mientras tanto, los niños que lo acompañaban comenzaban a llorar, en procura de una limosna.
**La expresión “Yo, argentino” se explica en el contexto de la Primera Guerra Mundial. La Argentina se había declarado neutral en el conflicto, de manera que cuando las autoridades requerían documentos a algún argentino en algún país de Europa, el viajero mostraba el pasaporte, y para que no quedaran dudas, aclaraba: “Yo, argentino”. Por extensión, la frase significa prescindencia, abstención, falta de compromiso.
**En épocas antiguas, las ollas se guardaban boca abajo para evitar que anidasen insectos en su interior. Se las daba vuelta, “se las paraba”, solo en el momento de usarlas para cocinar. De ese acto deriva el popular dicho “tener con qué parar la olla”, es decir, conseguir alimentos o dinero para comprarlos.
Estas, queridos oyentes, son algunas de las curiosidades del lenguaje que Diego Zigiotto nos cuenta en su maravilloso libro “Las mil y una curiosidades de Buenos Aires”.
Clarina Pertiné

1 comentario:

  1. hola!
    te escucho en Milenium, y te quería preguntar si conocías este refrán completo:
    Lo que natura non da, Salamanca non presta,
    pero si ............,
    Salamanca non protesta!

    La oi una vez y no recuerdo la parte que falta!
    Me podrás ayudar!!!
    Gracias!
    Marita

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