Hoy
quiero compartir con ustedes una reflexión sobre los obituarios. El obituario
es una nota que intenta dar cuenta del significado de la vida de alguien.
Generalmente los diarios o agencias de noticias tienen preparados los
obituarios de personas famosas o influyentes para que luego de su
fallecimiento, cuenten con una nota extensa y detallada sobre sus logros, sus
aciertos y su contribución a la humanidad.
Se
los conoce como obituarios pre-escritos que no es lo mismo que obituarios
prematuros, que son aquellos que por error o mala fe, son publicados antes del
fallecimiento de la persona en cuestión.
El
conocido periódico estadounidense New York Times dijo en una oportunidad que
disponían generalmente de un archivo de 1200 obituarios pre-escritos. Por su parte,
el British Medical Journal anima a doctores y afiliados para que escriban sus
propios obituarios para ser publicados a posterioridad del propio
fallecimiento.
Yo
no creo que nadie me pida alguna vez que escriba el mío. Lo cual considero que
es una lástima, porque creo que pocas personas me conocen tan bien como yo. De
todos modos decidí escribirlo respondiendo a algunas preguntas tales como la
forma en que me gustaría que me recuerden, algunas cosas que quise y no pude
hacer, mis mayores logros y conquistas, mis deseos para mis seres queridos y el
mundo en general entre otras.
Y
aunque parezca este un tema un tanto lúgubre en un espacio que le damos luz a
las buenas noticias, créanme que no es así. Escribir un obituario es un poco
resignificar la vida. Es verla desde la inmensidad del tiempo que, luego de
nuestra muerte, deja de contar en horas, días y semanas y se mide en eternidad.
Porque
si lo pensamos un momento, seremos en este mundo el recuerdo de otros. De esos
otros a quienes todavía tenemos oportunidad de tenderle una mano, escuchar sus
historias o abrazar con fuerza. Pensar en el día que no estaremos con ellos es
un buen aliciente para decidirnos a promover ese encuentro.
Además,
reflexionar sobre ese día en que ya no seremos parte del caótico devenir de la
humanidad, nos ayuda a entender que los pequeños contratiempos de nuestro día a
día no son más que eso, pequeños contratiempos. Nos hacemos problemas por
tantas cosas que no valen la pena cuando las evaluamos a la luz de la dimensión
de una vida, nuestra vida, en términos de toda la eternidad.
Ahora
bien, dudo que mi obituario personal recién escrito y celosamente guardado vea
la luz antes de tiempo. Fundamentalmente porque ningún diario o publicación
tendría interés en publicarlo. Solo aquellas personas famosas tienen obituarios
pre-escritos por los medios y no peco de falta modestia reconociendo mi
relativamente ignota presencia por este mundo.
Pero
hubo casos en los que sucedió que el obituario saliera por error antes de
tiempo. El de Steve JObs fue muy conocido. El 28 de agosto de 2008 el servicio de
noticias de empresa Bloomberg publicó por error un obituario de Jobs de 2500
palabras. Aunque el error se rectificó inmediatamente, muchas agencias de noticias
escribieron sobre él, intensificando los rumores sobre la salud de Jobs que ya
se sabía públicamente deteriorada.
Jobs respondió en el discurso de apertura de
“Let's Rock” de septiembre de 2008 citando a Mark Twain: “Las noticias de mi
muerte son muy exageradas.” En un acto posterior Jobs terminó su presentación
con una diapositiva en la que se leía “110/70”, en referencia a su presión
sanguínea, y dijo que no respondería más preguntas sobre su salud.
Natalia Peroni