viernes, 28 de junio de 2013

No ceder al pesimismo

Hoy les propongo que hablemos del Pesimismo. La etimología de la palabra según Wikipedia dice que viene del latín pessimum, "lo peor", es un estado de ánimo y una doctrina filosófica que sostiene que  vivimos en el peor de los mundos posibles, un mundo donde el dolor es perpetuo (Schopenhauer) y nuestro destino es tratar de obtener lo que nunca tendremos. El pesimismo niega el progreso de la civilización y de la naturaleza humana.
Dejando de lado cuestiones patológicas los pesimistas serían aquellas personas que se centran siempre en lo negativo, por lo tanto, a simple vista, parecería que viven peor. “La pasan mal” como se dice habitualmente. Pero hete aquí que hay quienes afirman que viven más. Especialistas de la Universidad de Nuremberg, Alemania realizaron un estudio durante 10 años donde estudiaron a 40.000 personas entre 18 y 96 años. Ellos afirman que el resultado de esta investigación fue de lo más asombroso ya que concluyen que los pesimistas viven más que los optimistas. Dicen: “El pesimismo sobre el futuro impulsa a la gente a cuidar bien de su salud y seguridad” comentó Frieder Lang uno de los autores del estudio, por lo tanto viven más. Curiosa conclusión.
Pero parece que los estudiosos alemanes no son los únicos que realizan un elogio del pesimismo. José Saramago afirmaba “Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay.”
Sin embargo el pesimismo también tiene enemigos. Muchos que piensan que no es lo mejor para vivir. El Papa Francisco dijo hace muy poco “Nuestra misión es llevar a Jesús al hombre y conducir al hombre al encuentro de Jesús, realmente presente en la iglesia. Jamás cedamos al pesimismo, a esa amargura que el diablo nos ofrece cada día. No hay espacio para el pesimismo o el desaliento.”
Mario Benedetti escribió una poesía que se llama “Chau pesimismo” y que denosta al pesimismo con su humor característico y que quiero compartir con ustedes:  “Ya sos mayor de edad tengo que despedirte
pesimismo, años que te preparo el desayuno, que vigilo tu tos de mal agüero, y te tomo la fiebre, que trato de narrarte pormenores, del pasado mediato, convencerte de que en el fondo somos, gallardos y leales
y también que al mal tiempo buena cara, pero como si nada, seguís, malhumorado arisco e insociable, y te repantigás en la avería, como si fuese una butaca pulman, se te ve la fruición por el malogro, tu viejo idilio con la mala sombra, tu manía de orar junto a las ruinas, tu goce ante el desastre inesperado, claro que voy a despedirte, no sé por qué no lo hice antes, será porque tenés tu propio método, de hacerte necesario, y a uno lo deja triste tu tristeza, amargo tu amargura, alarmista tu alarma, ya sé vas a decirme no hay motivos, para la euforia y las celebraciones, y claro cuandonó tenés razón, pero es tan boba tu razón tan obvia, tan remendada y remedada, tan igualita al pálpito, que enseguida se vuelve sinrazón, ya sos mayor de edad
chau pesimismo, y por favor andate despacito, sin despertar al monstruo.

Así que queridos oyentes saludo en este día a los pesimistas que me hacen acordar a una querida amiga que se llama Lola que según ella es realista pero que a mi modo de ver es pesimista, que al mirar el cielo diáfano y celeste decía: “Disfrútenlo porque mañana seguro que se nubla.”
Vicky Detry

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