Quiero
compartir con ustedes un capítulo del libro “101 experiencias de filosofía
cotidiana”, de Roger-Pol Droit. Esta vez, la propuesta es tratar de no pensar.
Dice
el autor “Es un experiencia fronteriza. No pensar en lo más mínimo, en cuanto
uno está despierto y en posesión de sus facultades, no es fácil de hacer o es
posible por muy poco tempo. Por lo tanto, sólo puede haber tentativas. Pero que
tienen una mayor o menor duración. Se acercan más o menos a lo imposible. Unas
lo rozan, otras no hacen sino vislumbrarlo en el horizonte.
“¿Por
qué es imposible no pensar? Una experiencia semejante nos llevaría fuera de lo
humano, nos haría escapar al hormigueo incesante del lenguaje. Caeríamos del
lado del entorpecimiento, de la vida pura, instantánea, animal. O bien, lo que
finalmente equivaldría a lo mismo, del lado de lo divino, sin fuera una fondo,
abismal. Podría ser que el pensamiento… (algo) ni totalmente divino ni
solamente embrutecido. Cierta manera de remar entre la eternidad y el instante.
O bien entre el silencia y las palabras, la presencia y la ausencia, el ser y
la nada, etcétera.
En
todo caso, el pensamiento no se detiene definitivamente. Sólo puede hablarse de
interrupciones pasajeras, circunscriptas. Son posibles, y vale la pena que se
las experimente.
Para
aventurarse en ellas, hay que operar poco a poco. Por tajadas, por etapas. La
primera condición es no ponerse nervioso, abandonarse. Aquí, la voluntad sólo
puede actuar sesgada, de manera indirecta. No se trata de realizar un proyecto
y, como lo sospechamos, no es deseable pensar que no estamos pensando. Más vale
saber que fracasaremos. Siempre, en uno u otro momento, seremos atrapados por
un pensamiento. El fracaso es seguro. Por lo tanto, todo progreso, tiene un
valor en sí.
El
entrenamiento más eficaz consiste en dejar pasar los pensamientos. No
impedirlos (es imposible), sino no aferrarse a ellos (es posible). Considerar
su pasaje como el de las nubes, inevitable y lejano. Practicar la indiferencia
del cielo. Volverse claro, obstinadamente, sin prestar atención a lo que
desfila. Permanecer en el borde, fuera del cuadro, con los ojos abiertos sobre
lo que está adelante. Y eso es todo. Seguir teniendo sensaciones (colores, luz,
aliento, piel, músculos, ruidos alrededor), pero no integrarlos en una
conciencia,… en una idea o un discurso. Y finalmente, algunas veces, de a
poquito, lograr avanzar hasta el cielo claro, la luz vacía, sin agitación, sin
forma.
Estos
pequeños logros pueden tener grandes consecuencias. Sus repercusiones van mucho
más allá de los momentos en que se realizan. Aunque sean únicos, permanecen”
Quiero
confesarles que lo intenté algunas veces y no pude. Solo con en algunas
ocasiones, al final de una clase de yoga, pude lograr permanecer unos segundos
sin pensar. Y sin dormirme, ya que este ejercicio bien puede ser una variante
de contar ovejas para combatir el insomnio.
Pero
los invito a intentarlo. Vale la pena y como dice el autor, Roger-Paul Droit,
el fracaso es casi seguro. Cualquier pequeño logro, puede ser muy gratificante.
Natalia Peroni
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