Hoy
les propongo pensar en las palabras, jugar un poco con ellas. Para eso, trataremos
de ir más allá de su primera manifestación, en forma de líneas rectas y
redondeadas dibujadas sobre el papel o una pantalla si es la palabra leída, o
su fonética, si es la palabra dicha de viva voz.
También
tendríamos que soslayar el enorme peso simbólico que tienen las palabras. Si yo
digo bandera estoy hablando de un pedazo de tela pero también estoy hablando de
patria, de nacionalidad, de identidad.
Como el rojo de un semáforo que se despliega en múltiples significados
todos ellos asociados con el peligro.
Imaginémonos
esta vez que las palabras son corpóreas. Que tienen volumen, color, olor,
textura. Es más fácil si lo hacemos con una poesía porque esa es parte de la
magia de la poesía, poner la palabra como protagonista de todos nuestros
sentidos.
Cuando
José Agustin Goytisolo dice, por ejemplo, Tú
no puedes volver atrás/porque la vida ya te empuja/como un aullido interminable
me imagino la vida bloqueando mi camino de retirada, la vida impidiendo mi
retroceso con la fuerza de un viento que me empuja hacia adelante.
Pablo
Neruda lo expresa maravillosamente cuando escribe: Yo tomo la Palabra y la recorro/como si fuera solo forma humana,/me
embelesan sus líneas y navego/en cada resonancia del idioma. Hasta aquí el
poeta. Cierro los ojos y puedo sentir las voluptuosidades de las palabras, como
el contorno de una figura.
Hay
poesías que nos hacen sentir blancas, como cuando Alfonsina Storni dice: Tú me quieres alba,/me quieres de
espumas,/me quieres de nácar. Hay otras que nos hacen experimentar la
soledad de una calle de barrio como cuando Olvierio Girondo escribe: Abajo: en la penumbra,/las amargas
cornisas,/las calles desoladas,/los faroles sonámbulos,/ las muertas chimeneas/los rumores
cansados,/desesperadamente.
Y
algunas palabras en la poesía se vuelven livianas, tan livianas que se despegan
del papel y se hacen música en la voz de Eladia Blazquez cuando canta Con las alas del alma/desplegadas al viento.
Pero
a la hora de hablar de las características de la poesía, lo primero que se
impone es la diversidad. La poesía es una rama del arte que es muy versátil,
por eso resulta tan difícil ensayar definición precisa y exhaustiva de sus
principales características. La producción poética varía de acuerdo a la época,
la región geográfica y las influencias de cada autor.
Pero
también es cierto que podemos leer un texto y clasificarlo como una poesía.
Esto es porque existe un hilo común en todos los poemas.
Los
mismos suelen ajustarse a ciertas normas formales, relacionadas con los versos,
las estrofas y el ritmo. Estas características conforman una métrica de la poesía, a través de la cual los
autores vuelcan sus recursos literarios y estilísticos.
Pero
si tenemos alguna duda de qué es la poesía, cerremos los ojos y tratemos de
sentir la palabra poética con el tacto, el olfato, el gusto más allá de la
vista y el oído. Esa palabra inundará nuestros sentidos y será color, será
forma, será textura y aroma. ¡Dispongamos entonces todo nuestro cuerpo para
disfrutarla!
Natalia Peroni
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