martes, 19 de marzo de 2013

Estética - Los miserables


¿Ustedes se preguntaron alguna vez que convierte algo en una obra de arte? ¿Cuáles son los artistas que han creado el mejor arte del mundo? Me estoy refiriendo a las diferentes expresiones artísticas que componen el enorme abanico de lo que hoy podríamos llamar “arte”.
La estética es la reflexión filosófica sobre la actividad artística, sobre sus productos (las obras de arte) y sobre el valor que se relaciona con ellas: la belleza.
Y se abren como en cualquier actividad filosófica, algunas preguntas. ¿El arte brinda algún tipo de conocimiento? ¿Tienen valor de verdad los juicios estéticos? ¿El artista debe tener algún compromiso ético? ¿El arte requiere más imaginación que la ciencia? ¿La obra de arte necesariamente debe trascender el momento histórico en que surge? ¿La inspiración proviene del mundo interior del artista o, por el contrario, es un don divino? ¿Captamos la belleza por medio de los sentidos, de la inteligencia y/o de las emociones? 
Decir, por ejemplo, que Queen  es mejor que Mozart provoca reacciones que van más allá de que los gustos entre las diferentes personas difieren. Sentimos o afirmamos que la otra persona está equivocada.
Pero no son solo e este tipo las contradicciones que se presentan en cuanto a la producción artística. Me quiero referir ahora a una de las preguntas que planteamos al comienzo que tiene que ver con si el artista debe tener algún tipo de compromiso moral.
El parnasianismo, por ejemplo,  fue un movimiento literario francés de la segunda mitad del siglo XIX creado como reacción contra el romanticismo de Víctor Hugo, el subjetivismo y el socialismo artístico.
La palabra es de origen griego y hace referencia a la cima del monte Parnaso donde estaban las musas inspiradoras de los artistas, que eran diosas menores.
El parnasianismo surge como una antítesis del romanticismo y esta oposición tiene como causa lo que los parnasianos consideraban sus «excesos»; exceso de subjetivismo, hipertrofia del yo —crecimiento excesivo y anormal—, exceso de sentimiento. De allí que los parnasianos preconizaran una poesía despersonalizada, alejada de los propios sentimientos y con temas que tuvieran que ver con el arte, temas de por si sugerentes, bellos, exóticos, con una marcada preferencia por la antigüedad clásica, especialmente la griega, y por el lejano Oriente.
El prólogo de los miserables, de Víctor Hugo, refleja la posición contraria a esta tendencia.  La última frase de dicho prólogo dice “mientras haya sobre la tierra ignorancia y miseria, los libros de la naturaleza del presente podrán no ser inútiles”. La realidad imaginada por Victor Hugo y excelentemente representada en la película que hoy podemos ver en el cine, incluye temas como el progreso, la ley, el alma, Dios, la Revolución Francesa, Waterloo, el idilio, la epopeya, la prisión, el contrato social, las barricadas de 1832, el crimen, las cloacas de París…
Muestra, según Víctor Hugo, «esa doble degradación material y moral que caracteriza en sus dos acepciones la palabra miserable»
Porque el autor distingue entre los miserables hijos de la degradación material, aquellos que nada tienen salvo su honestidad; y  los miserables producto de la degradación moral, a los que ya nada les queda, pues han perdido incluso aquello que les hace hombres: su humanidad. Son dos tipos de miseria, la de los unos luchando salir a la luz, la de los otros sumergiéndose sigilosamente hacia las tinieblas.
¿Pudieron ver ustedes la película? Si es así, ¿creen que el arte puede ser un vehículo para transmitir un mensaje en contra de la pobreza, como era la pretensión del autor de Los Miserables?
Natalia Peroni

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