jueves, 7 de marzo de 2013

El placer según Epicuro


Hoy les propongo un viaje imaginario al siglo IV AC para conocer a Epicuro,  filósofo griego que nació en la Isla de Samos.
Su doctrina se basa en el hedonismo racional. Se llama hedonismo a la tendencia consistente en considerar que el placer es un bien.
El análisis del pensador sobre el placer resulta increíblemente actualizado. Si cerramos los ojos y nos olvidamos por un momento quien es el autor del que estamos hablando, podríamos conjeturar que mucho del contenido de su obra fue escrito por alguien contemporáneo.
En el año 306 a.C. crea en Atenas la Escuela del Jardín. Escribió múltiples obras de las que sólo se conservan fragmentos.
Epicuro nos propone una filosofía que está al alcance de todos y que debe funcionar como una terapia. Considera que hay una sociedad enferma porque valora el dinero, el lujo y el poder por encima de la salud del alma. ¿Por qué sucede esto? Porque esta sociedad ignora lo que los motiva. Desconocen que son víctimas de una falsa publicidad social (falsas creencias) centrada especialmente en el miedo a la muerte.
Los seres humanos son criaturas vulnerables y expuestas a muchos sufrimientos y enfermedades. Pero el dolor corporal no es lo peor como fuente de la infelicidad. Epicuro afirma que el dolor intenso es breve y el dolor prolongado puede mitigarse y hacerse soportable con la filosofía. En cambio, la turbación del alma es peor porque nos sacude como una “tempestad violenta”.  Esta turbación tiene como causas las falsas creencias sobre el mundo y el valor de las cosas.     
La filosofía es necesaria para la buena vida, por lo tanto es para todas las personas cualquiera sea su edad o condición social. Su misión es la curación de las almas. Debe ser un tratamiento  en el que cada argumento actúe como causa del buen vivir y, por lo tanto de la felicidad.
Con este fin Epicuro crea su escuela del Jardín donde el fin principal es alcanzar la felicidad a través de 4 objetivos:
-        La ataraxia, que se refiere a un proceso para obtener la felicidad. Implica ausencia de inquietud y tranquilidad de ánimo
-        La ausencia de pena
-        La ausencia de temor
-        La ausencia de pasiones
Suprimir estos 4 obstáculos vuelve a los hombres sabios y los hace poseedores de la libertad.
En el Jardín, Epicuro, no enseñaba a grandes grupos de discípulos ni en público. Los aspirantes podían ser tanto hombres como mujeres y pertenecientes a cualquier clase social. Era una comunidad cerrada a la que se debía aportar una dote en el momento del ingreso para que luego la comunidad se hiciera cargo de su manutención. El candidato debía estar dispuesto a colaborar en las tareas domésticas y en la administración de lo que se consideraba su nuevo hogar. Ingresaban a una nueva familia que reconocía como cabeza a Epicuro. Era una comunidad terapéutica cerrada, alejada de la ciudad para favorecer el contacto con la naturaleza (que era quien dictaba las normas) y económicamente autosuficiente. Se estimulaba el cultivo de la amistad, se favorecía el ejerció de la conversación y se requería estar dispuesto a aceptar la “crítica franca”.
¿Cuáles eran sus consejos?
1º Separar los buenos de los malos deseos
2º Diagnosticar el origen de esos malos deseos
3º Iniciar el tratamiento que implica la modificación de las falsas creencias para librarnos de ellas.
Los deseos sanos y no vanos son los propios de nuestra naturaleza. El niño y el animal, criaturas no corrompidas por la enseñanza social y el discurso testimonian esto cuando buscan el verdadero fin de la vida humana: el placer. Huyen del dolor, persiguen el placer y no son esclavos del mundo de la opinión.
No coinciden conmigo en que las enseñanzas de Epicuro, aún después de tantos siglos, resultan útiles y actualizadas?
Natalia Peroni

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