Hoy quiero recomendarles muy
especialmente el libro de Estanislao Bachrach que se llama AgilMente, publicado
en nuestro país con mucho éxito el año pasado. Bachrach es un joven argentino, doctor
en Biología Molecular y la propuesta de su libro es describir cómo funciona
nuestro cerebro para potenciar la creatividad y vivir mejor.
Me voy a detener en el capítulo
sobre los sentidos, cuya estimulación es uno de los pilares de la creatividad.
Los sentidos son los responsables de juntar información del ambiente para que
se produzca el proceso de la percepción.
Usamos la vista, el oído, el
tacto, el olfato y el gusto para entender el mundo. Mediante los sentidos,
ingresamos un cúmulo enorme de información al cerebro que luego va a tener una
gran influencia en nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestra
personalidad.
Imagínense una autopista donde
circularan un promedio de once millones de autos por segundo ingresando a una
gran ciudad. Esa cantidad aproximada, si la medimos en bits, es la cantidad de
información que captan nuestros sentidos. Once millones de bits de información
por segundo entrando al cerebro, que procesa la gran mayoría de estos estímulos
de manera no consciente. Nuestro consciente puede procesar a lo sumo cuarenta
bits por segundo.
El mayor ingreso de información se
produce a través de la vista. Es verdad que el cerebro simplifica su trabajo y
reúne tal cantidad de datos en lo que se llaman estereotipos. Sería muy
fatigoso que todas nuestras percepciones le demanden al cerebro el mismo
trabajo que el que le demanda procesar la información de algo que vemos por
primera vez.
Pero el autor nos convoca a
desestructurar nuestra imaginación, a ensanchar estos estereotipos
cotidianamente tan necesarios. Nos pide que imaginemos una puesta de sol en
Plutón para luego dibujarla. Seguramente nuestro dibujo se parecería mucho a
cualquier crepúsculo de la Tierra. Aunque usemos nuestra imaginación con total
libertad para representar una puesta de sol en Plutón dibujariamos sin duda en
lo que nosotros entendemos por una puesta de sol.
Esto se llama imaginación
estructurada. Dice Bachrach que “necesitamos desestructurar nuestra imaginación
para explorar fuera de los límites de los conceptos que ya tenemos incorporados
en distintas categorías…. Esa imaginación desestructurada nos da la
impertinencia de imaginarnos hacer posible lo imposible”.
De esta manera, el desafío de
experimentar el mundo de nuevas formas contribuye enormemente a mejorar nuestra
imaginación y nuestra creatividad dado que el cerebro reacciona a nuevas
percepciones.
Ir a lugares que nunca fuimos para oler,
escuchar y ver cosas que nunca experimentamos. Ir a un museo y descubrir los
distintos objetos de arte, escuchar música compleja o sencillamente cambiar ese
camino que realizamos todos los días para ir al trabajo. Estas son pequeñas
acciones que generan nueva información y nuevas experiencias que mantienen a
nuestro cerebro en buena forma.
“Nuestros patrones de pensamiento,
hábitos y rutinas, se van acumulando a medida que crecemos. Gracias a ellos
podemos simplificar muchas cosas y realizar la mayoría de nuestras tareas
rutinarias de manera rápida y adecuada.”
“Para ser creativos debemos
generar variaciones a través de la combinación y la mezcla de conceptos
diferentes que cambien esos patrones de pensamiento y nos provean de una
variedad de alternativas nuevas”
Natalia Peroni
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