jueves, 7 de marzo de 2013

No hay años malos


Hoy les propongo que hablemos sobre que no hay años malos.
El monje y escritor argentino así lo asevera y da una serie de razones para fundamentarlo las cuales quiero compartir con ustedes.
El dice: “Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.”
El año está comenzando y pensaba el otro día que la evaluación de cómo fue nuestro año solemos hacerla cuando termina o cuando está acabando. Y también  que los propósitos que nos hacemos cuando el año comienza están más relacionados con objetivos laborales o económicos, a veces también más personales como “este año nos casamos” o “este año queremos tener un hijo”. Pero, generalmente no nos planteamos objetivos en términos de las emociones.
Entonces Menapace nos ilumina “Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad.” Y continua diciendo  “que a esta vida vinimos a tres cosas: a aprender a amar, a dejar huella y a ser felices. En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo.”
El escritor dice que hay tres factores que ayudan en estos puntos: 
El primer factor habla de “Aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento.” Dice que el trabajo dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra salud mental.” Y habla del cansancio como un privilegio porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros. A esta tierra vinimos a cansarnos,... para dormir tenemos siglos después.” 
El segundo factor habla de valorar la libertad como una forma de vencernos a nosotros mismos y aclara que ser libre no es hacer lo que queremos. Dice “Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer.” 
El tercer factor se refiere a la fuerza de voluntad. El lo llama “ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas en pos de cosas mejores.” “Hacernos cariño y tratarnos bien como país y como familia, saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los choferes de los micros, sonreír por lo menos una o varias veces al día. Querernos.” 
“Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello. La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos tiene que ver con la inteligencia espiritual.” 
Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los juegos “antiguos”, a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias. 
Menapace dice que si logramos trabajar en estos puntos habremos decretado ser felices, lo cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que la única diferencia entre alguien feliz o no, no tiene que ver con los problemas que tengamos sino con la ACTITUD con la cual enfrentemos lo que nos toca. 
Y termina diciendo “Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican. Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.”
Y entonces amigos ¿cómo piensan planear su año? ¿Decretarán ser felices y noquear de un golpe al destino? Yo empiezo ya!
Vicky Detry

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