domingo, 17 de marzo de 2013

Reconstruyéndonos


Hoy quiero proponerles que hablemos sobre empezar de nuevo. Nate Berkus es un sobreviviente del tsunami de 2004, hecho trágico que se cobró la vida de su pareja. Estas son algunas de las lecciones que él dice que aprendió a partir de resistir y reconstruir.

El dice que en las primeras semanas después del tsunami no tenía fuerzas ni energía para salir de la cama. Casi no comía y no podía seguir una conversación entera. Pero un día descubrió que estaba aburrido. Se duchó, se cambió y salió de su casa. Allí empezó a vislumbrar un leve destello de cómo era él antes de este evento trágico. El dice que mucha gente, probablemente, podría haber sentido culpa de querer vivir pero que él decidió aferrarse a ese deseo con garras y dientes. Sintió que alguien o algo le estaban ofreciendo una segunda oportunidad. El dice “el deseo de ir a una tienda con mi madre y caminar por allí por media hora, eso definitivamente era alguien tirándome una soga.”

Berkus continua su relato diciendo que hubieron algunos amigos que se acercaron con una energía muy continente y peculiar, por momentos se sentaban con él en silencio y por momentos le daban consejos. Y dice que lo más sorprendente es que muchos de ellos eran las personas que él menos esperaba que lo ayudaran. También estaban las personas más íntimas y cercanas a él que por ahí no supieron cómo o no tuvieron la habilidad para ayudarlo. Al principio, él se enojó con ellos, pero después se dio cuenta de que no todo el mundo puede, de golpe, ponerse en el rol de terapeuta, consejero o copiloto terapéutico.


Dice que una amiga en particular no pudo ir a ayudarlo y a contenerlo mientras él lloraba pero que cuando él empezó a sentirse mejor y tuvo ganas de ir al cine Nate pensó “necesito verla” y les dijo a sus amigos “déjenme llamarla porque estoy seguro de que ella va a saber cómo distraerme.”

Dice que cada cual ocupa su rol natural y que hay que tratar de no juzgar a la gente por lo que son capaces de darnos. Y que, en vez, hay que aceptarlos como son y que pueden dar.

También nos cuenta que el duelo es un proceso intensamente personal. No tiene una línea de tiempo lineal y que es más parecido a una montaña rusa. Justo cuando pensabas que estabas mejor, al día siguiente estás peor que nunca. Pero a la semana siguiente te sentís bien otra vez. Igualmente, dice que es muy importante no quedarse estancado y que la manera de darse cuenta de esto es cuando uno siente que no puede seguir. El dice: “Yo no quería que hubiera 2 tragedias.”

Continúa diciendo que una cosa que lo ayudó es a no darle a las fechas mucho poder. Que está bien estar triste en los aniversarios o fechas especiales compartidas pero también uno tiene que poder permitirse levantarse esos días y sentirse bien. Dice “hay que dejar que los sentimientos afloren solos.”

Y, finalmente, dice que desde el tsunami todo se define por su habilidad de supervivencia. Por eso, él constantemente se pregunta. “¿Puedo sobrevivir  o no? Desde cuestiones laborales hasta cortes de parejas le ha ayudado a poder tener perspectiva. En momentos difíciles él puede decir. “Ok, este es un momento terrible pero ¿que es esto comparado con lo que he atravesado en el pasado?” Dice que saber que sobrevivió a una tragedia en la que muchas personas murieron hace más fácil que uno acepte la realidad con sus reglas.

Hasta aquí el relato. Les repito una frase “el deseo de ir a una tienda con mi madre y caminar por allí por media hora, eso definitivamente era alguien tirándome una soga.”


Y ustedes queridos oyentes, muchos, seguramente, sobrevivientes de la vida ¿se toman de la soga?
Vicky Detry

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