jueves, 8 de noviembre de 2012

Aprendices del amor


El doctor Norberto Levy, médico psicoterapeuta a quien ya hemos citado en este espacio cuando hablamos de uno de sus libros, llamado “La sabiduría de las emociones”, es también autor de una obra cuyo título es “Aprendices del amor”.
Allí, en forma de preguntas y respuestas, Levy recorre el amplio espectro de las emociones humanas y examina su relación con la mente, proponiendo al lector modos concretos para reconocer y recuperar la complementariedad esencial que existe entre ambas. Esa complementariedad es, para el autor, una de las claves en el camino de la autocuración psicológica.
Una de las preguntas que el doctor Levy plantea es la siguiente: “¿Qué vínculo existe entre el amor, la inteligencia y la sabiduría?”  Y dice: “La inteligencia es la capacidad de resolver problemas. El tipo de problemas que pueda resolver definirá cuál es la inteligencia que tengo: si es filosófica, matemática, química, corporal o musical, etc.”
“Si utilizo mi inteligencia en química para producir armas que destruyen a mucha gente, tendré una inteligencia química pero no una inteligencia que comprenda la cualidad unitaria que subyace en todo lo vivo y el rol complementario que cumplen todos sus componentes. La sabiduría es, precisamente, el conocimiento vivencial profundo de dicha unidad. Dicho de otro modo, la sabiduría es el amor hecho autoconciencia. Es la energía del amor convertida en concepto, conocimiento, enseñanza.”
Acto seguido, el autor inquiere: “¿Cómo actúa la sabiduría frente a un conflicto?”, a lo que responde:
“Un conflicto es un vínculo en el que cada parte cree que la solución radica en la eliminación del otro: Yo estaré bien solo si logro vencerlo o apartarlo. Esta es la esencia del conflicto tanto en el universo personal como intrapersonal.”
“Un conflicto intrapersonal típico es el que se da entre los impulsos y la mente. El impulso dice: Yo quiero expresarme, convertirme en acción, y tú, mente, no me dejas. Te la pasas calculando y anticipando y no me dejas vivir. Quiero eliminarte para poder ser feliz.”
“La mente responde: Tú avanzas enceguecido y traes más problemas que otra cosa. Estoy harta de que te equivoques, te ilusiones, te engañen, y tener que pasarme la vida tratando de arreglar los platos rotos. Te voy a frenar como sea porque eres un peligro total”.
“Y así puede continuar largamente esta batalla con todo el daño y sufrimiento que acarrea… hasta que alguien pueda devolver la armonía a ese sistema.”
“Esa es la tarea de la sabiduría. Ella es la que puede reconocer la parte de verdad  y de error que hay en cada antagonista y explicárselo a cada uno de ellos del modo en el que lo puedan entender. De esa forma contribuye a reconstruir el vínculo de complementariedad perdido entre los impulsos y la mente, ese vínculo en el que ambos se pueden volver a reconocer tan necesarios el uno para el otro como lo son las dos manos entre sí.”
“Los impulsos y la mente” –continúa Levy- “podrían compararse con el acelerador y el freno. Vistos de forma aislada parecen opuestos que se anulan uno al otro. Recién cuando se incorpora la imagen del auto en el tránsito es que se comprueba que son complementarios: puedo acelerar porque cuento con el freno y viceversa.”
Y finaliza esa respuesta afirmando que “conectar con la unidad mayor que permite ver lo complementario que hay entre lo aparentemente opuesto es lo que hace la sabiduría del amor”.
Queridos oyentes, hay cuestiones que nos parecen tan obvias que justamente obviamos algo fundamental, que es prestarles atención para profundizar en ellas y así aprender nuevas maneras de capitalizarlas a favor de nuestra salud emocional y afectiva.
Les recomendamos entonces el libro “Aprendices del amor”, del doctor Norberto Levy.
Clarina Pertiné

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