jueves, 22 de noviembre de 2012

Libertad de opciones


Quería contarles que, además de conducir con Natalia y Vicky este espacio en la radio que hemos creado junto a ustedes, tengo otro trabajo en el cual una de las tareas que realizo es dar talleres de capacitación a mujeres que viven en villas y barrios vulnerables de la ciudad de Buenos Aires.
En esos talleres, que constan de cuatro encuentros, tres personas coordinamos los temas y las dinámicas. Nos reunimos con las participantes en algún lugar previamente acordado con ellas, que puede ser un centro de salud, el salón de algún club o la casa de quien pueda ofrecerla como sede.
Solemos llevar un proyector para las filminas que mostramos, carteles con el nombre de cada una, jugo y vainillas para compartir durante el taller, y también lápices de colores para entretener a los chicos, ya que muchas de las mujeres van con sus hijos.
Son reuniones donde la consigna es que ellas puedan disfrutar de ese rato dedicado a sí mismas; a generar redes de amistad y solidaridad con sus compañeras de taller, que casi siempre son, además, sus vecinas; a conocer más profundamente las necesidades y las inquietudes de cada una, tanto en su vida personal como en sus proyectos comunitarios.
Arrancamos cada encuentro con una ronda de buenas noticias. A veces les cuesta encontrar algo positivo para rescatar de ese día, que, como todos los días, transcurre en medio de situaciones cotidianas que incluyen la violencia doméstica, la pobreza, las dificultades para relacionarse con los demás y también, en ocasiones, la desesperanza.
Pero las mujeres están dispuestas a escucharnos cuando les decimos que son merecedoras del máximo respeto por parte de cada persona con la que conviven; que vale la pena tomarse el tiempo necesario para buscar hasta encontrar los propios dones y talentos; que ellas son constructoras y hacedoras de una realidad valiosa que van forjando diariamente cuando llevan a sus hijos al colegio, cuando cocinan para sus familias, cuando salen a trabajar, cuando cuidan a los más débiles o a los que están enfermos, cuando deciden estudiar, cuando se reúnen a pensar en modos creativos de mejorar sus comunidades.
Están dispuestas a escucharnos hablarles de la importancia de una comunicación saludable, capaz de vencer prejuicios que alejan al otro y le hacen daño; una comunicación donde el respeto y la urbanidad funcionan como las llaves que abren infinitas puertas; donde se destierran la humillación y el desprecio y en cambio se les da la bienvenida a la escucha atenta, a la empatía, a la aceptación de las diferencias y a los límites que sanan.
Estas mujeres nos prestan atención cuando les explicamos que son dueñas de un poder que la mayoría de ellas no sabe que tiene, y que es el poder de elegir.
Es verdad que están sujetas a múltiples condicionamientos, algunos gravísimos, y no los minimizamos ni los ignoramos. Pero sí las acompañamos a profundizar en sus posibilidades, en sus opciones, ya que creemos, como el gran psiquiatra y filósofo Victor Frankl, que sobrevivió al horror de un campo de exterminio nazi, que aún en situaciones de máxima privación de la libertad exterior, los seres humanos podemos elegir entre actuar como animales o como personas.
Y esa libertad interior es completamente inalienable. No nos la puede robar ni extirpar nadie, puesto que es parte de nuestra naturaleza, y por eso nos constituye y nos define.
Esto de saber que uno siempre cuenta con opciones, aunque cada opción tenga su complejidad y sus limitaciones, es liberador. Lo es para las mujeres con las que trabajamos, y puede serlo para cada uno de nosotros si nos decidimos a asumir esa libertad, que a veces podrá dolernos pero que es tan irrenunciable como nuestra identidad.
Pensé en contarles esta experiencia personal de un trabajo que hago y que me encanta, porque creo que todos nosotros tenemos miles de oportunidades, cada día, de recordarles a quienes nos rodean lo valiosos que son y lo importante que es que sepan, que nunca olviden, que tienen opciones. Y quizás, ¿por qué no? podamos ser algunas veces nosotros quienes, ante un panorama opresivo, les presenten y les ofrezcan una o más de esas opciones.
Y ustedes, queridos oyentes, ¿han tenido o tienen en su vida gente que les brinda opciones? ¿Han podido o pueden brindárselas a otros? ¿Se animan a intentar hacerlo?
Clarina Pertiné

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