Hoy les propongo que
juguemos unos minutos. A ustedes, donde sea que estén, en el auto, en la
oficina, en la cola del banco. No, no necesitan papel ni lápiz: es un juego que
podemos hacer juntos, solo con el pensamiento.
Se trata de una propuesta
de Roger-Pol Droit en su libro “101 experiencias de filosofía cotidiana”. Que
dice algo así:
Usted se encuentra lejos
de todo. A veces ocurre. Ni siquiera una radio cerca, un teléfono o un celular.
Ni diarios ni televisión. Usted está totalmente desconectado. Sin embargo,
quiere su dosis de noticias. Según los especialistas, la dependencia de la
actualidad adopta formas más o menos agudas.
Algunos deben consumir su
dosis de noticieros varias veces por día. Otros toleran apenas un poco de
actualidad a la mañana y otro poco a la tarde. Los títulos pueden tomarse en
comprimidos, diluidos en un espectáculo, o directamente en la pantalla. Usted puede
conectarse por fax, por mail o por Internet.
Pero esta vez usted está
totalmente en abstinencia. Ninguna máquina a mano, ni una sola casa en el
horizonte. Habrá que arreglárselas de todos modos. Usted va a inventar los
títulos. No es tan difícil. Ya verá.
En política interior, por
ejemplo, puede elegir entre la renuncia de un ministro, un nuevo paquetes de
medidas (según su humor puede ser un paquete de medidas impositivas, sobre
política cambiaria u otro), un escándalo, una reconciliación o un viaje oficial.
En política internacional,
una guerra, un golpe de Estado, una reunión de expertos (otra vez, según su
humor, puede referirse a cuestiones monetarias, de medio ambiente o de pesca),
hasta un atentado terrorista, un ciclón en las costas del Caribe, un incendio,
una inundación.
No deje pasar alguna que
otra noticia científica, un paso más hacia la clonación humana, el
descubrimiento de un suceso de tráfico de órganos, un nuevo material para el
almacenamiento de datos.
Agréguele ahora un poco de
cultura: los estrenos en cine y teatro de la semana, una nueva exposición
fotográfica, la presentación de un libro. Si le divierte, continúe con algunas
noticias del espectáculo; el divorcio de una actriz, el casamiento de una
modelo con un futbolista, un cantante detenido por exceso de velocidad.
Toque final: algunos
policiales, un asesinato en el conurbano, un robo en alguna estación, un
accidente en la autopista. Eso es todo. Tiene más o menos lo que necesita. Pero
si usted es de los que consume novedades a lo loco, nada le impide seguir
fabricando, a las apuradas, un breve párrafo sobre el pronóstico del tiempo,
algunas cotizaciones de la Bolsa y hasta los resultados de la Lotería.
Y si aún sigue teniendo
ansias de novedades, pruebe con la muerte de una personalidad política de
primer nivel o de un premio Nobel de Literatura o algún cineasta famoso. Eso le
llenará páginas y páginas de la retrospectiva de su vida, juicios elogiosos de
colegas y compañeros del recién fallecido y una breve –o no tan breve- reseña
de su biografía.
El objetivo de esta
experiencia, dice Droit, no es llenar una laguna sino hacerle sentir, hacernos
sentir, hasta qué punto la oleada de noticias no deja de repetirse, una y otra
vez, idéntica a sí misma. Sin progresos, sin novedades. La extrema facilidad
con que es posible fabricar una pseudo-actualidad confirma que lo menos
novedoso son precisamente las novedades.
Indefinidamente, sólo
hablan de las miserias interminables de los hombres. Los hechos que se
convierten en novedades, los que pelean su lugar de privilegio en las tapas de
los diarios o en los avances del noticiero son, las más de las veces, el espejo
donde podemos mirarnos en nuestro peor perfil.
Por eso, desde acá, desde
este espacio que llamamos “De buenas a primeras”, nos tomamos estos minutos
para que las buenas noticias pasen a primera plana. Y para que aquellas
palabras y aquellos hechos que no son tan novedosos pero sí enriquecedores, nos
permitan reflexionar juntos sobre muchos y variados aspectos de nuestra vida.
Natalia Peroni
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