¿Ubi
Sunt? es un recurso literario mediante el cual el poeta o escritor se pregunta
por el paradero de aquellos que han muerto o las cosas que han desaparecido. Es
una pregunta que no espera respuesta, podríamos decir una pregunta retórica.
Éste recurso ya fue utilizado en la literatura clásica romana y transmitido
tanto a las literaturas romances como a la literatura occidental.
Como
muchos otros tópicos literarios, se hizo conocido en su formulación latina. ¿Ubi
sunt? significa literalmente "¿Dónde están?" y hace referencia a la
fugacidad de las glorias mundanas, de los elementos del mundo terrenal y
sensorial. Se usa para preguntar por personalidades y bienes ya desaparecidos.
Aun
no siendo escritora ni poeta, tengo mis propios ubi sunt. Que a veces tiñen de
nostalgia mis pensamientos, aunque algunos de ellos son particularmente
ridículos.
Como
cuando me quedo sin luz o sin batería en la computadora o toco alguna tecla
incorrecta en la mitad de un largo mail y me pregunto a mi misma ¿donde están?.
¿Dónde están las palabras que eran eco de mis sentimientos de hace apenas
algunos minutos y ahora vagan sin descanso en el éter virtual?
¿Ubi
sunt mis recuerdos más lejanos que no logro recuperar en mi memoria? Los
primeros años de mi infancia, el primer día de la escuela primaria, la imagen
del color de mi pelo sin tintura, la cara de mis padres sin arrugas. ¿Ubi sunt?
Estoy
segura de que tiene que haber un destino para este tipo de realidades. Las
virtuales, las imaginarias, las que están formadas por los sueños y los
recuerdos. Porque la realidad no siempre es sinónimo de materialidad o de algo concreto, si no, que
levante la mano el que fue operado alguna vez del yo. O el que vio el número 2,
o sencillamente el que puede afirmar sobre la existencia de Dios.
De
repente existe un lugar donde convivan todas estas realidades. Y hasta quizá
podamos arriesgar, solo como un juego de la imaginación, que éstas tengan vida
propia.
Y
entonces nuestros sueños toman el té con las más intrincadas de nuestras
elucubraciones. Y nuestros recuerdos se codean con las cartas o los mensajes
perdidos. Y el número 2 corre una carrera con el más grande de los millares que
podamos siquiera enumerar, total en ese espacio ocupan el mismo lugar. Porque
tendría que ser un espacio sin espacialidad, en un tiempo sin temporalidad.
A
aquellos que nos gusta el tango, estamos acostumbrados a este decir nostálgico
de sus letras. Porque algunos poetas de los tangos más melancólicos hicieron un
uso prolifero de este recurso literario.
Inevitablemente
recuerdo, por ejemplo, a Cadícamo, que se pregunta en “Barrio de tango” con
enorme belleza “Dónde estarán los puntos del boliche aquél,/ en el que yo
cantaba mi primer canción”. Y Cátulo Castillo en “Tinta roja” dice ¿Dónde estará mi arrabal?/ ¿Quién se robó
mi niñez?/. Y por supuesto Aníbal Troilo en la introducción de su pieza “Nocturno a
mi barrio” recita con su voz tan particular: “Mi barrio era así,/así, así/Es decir…
qué se yo/si era así./Pero yo lo recuerdo así..”
Es que los recuerdos
son a veces, caprichosos, por así decirlo. Permanecen aquellos que desearíamos
desechar y olvidamos algunos que queremos recordar.
Y si nos referimos a
los recuerdos que olvidamos como ejemplo de los ubi sunt, les cuento que hace
poco contraté un servicio de archivo virtual. Es que parece que en algún lugar
del mundo hay personas que diseñaron un software qué automáticamente se mete en
tu computadora cada x cantidad de tiempo y graba todos los archivos como un
back up automático.
Y otra vez abusando de
la imaginación –recurso que podemos usar ilimitadamente porque no se agota-, me
imaginé algo o alguien que hiciera un back up de todos aquellos recuerdos que
poco a poco vamos perdiendo.
Y cuando nos
preguntemos otra vez ¿ubi sunt?, podamos sencillamente brindar una clave para
que podamos recuperarlos. En nuestra mente, para volver a ver esa cara
desdibujada y en nuestro corazón para volver a sentir esa emoción olvidada.
Natalia Peroni
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