lunes, 29 de octubre de 2012

La vida agradecida


Hemos hablado ya sobre la gratitud en este espacio, hace un tiempo. Pues bien, es hora –siempre es hora- de retomarla y volver a ubicarla donde merece habitar: en el centro de nuestro corazón y de nuestra vida.
Sergio Sinay, autor de un libro llamado “La vida plena”, que también hemos citado alguna vez, le dedica a la gratitud un capítulo al que titula “La vida agradecida”.
Y nos dice lo siguiente:
“Nos hemos ido acostumbrando a la idea de que aquello que tenemos, tanto en lo material como en lo emocional o lo afectivo, es lo que debemos tener, y que eso que nos falta es lo que se nos debe.”
“De esta manera, sin prisa y sin pausa, silenciosa e incesantemente acabamos por conformar una sociedad de acreedores. Y no de acreedores exitosos, sino de fiadores frustrados. Es que cuando se parte de la base de que aquello que tenemos es lo menos que nos corresponde, dejamos de valorarlo y, en cambio, se agiganta la dimensión de lo que falta.”
Y sigue:
“Si de veras se cree que lo que se tiene es lo mínimo merecido y se vive permanentemente en estado de frustrado acreedor, se acaba por olvidar un valor esencial para la convivencia humana. La gratitud.”
“La palabra gracias” –explica el autor- “viene del latín gratia, como se denominaba al reconocimiento u honra que se hace a otro por un favor recibido.”
“Son incontables los favores que recibimos en un día de nuestra vida” -sostiene-. “Una puerta que se nos abre, un paso que se nos cede (como peatones o automovilistas), una sonrisa que se nos brinda, un saludo, una pregunta que nos permite expresar una necesidad, algo que se nos sirve, un recordatorio que se nos hace, un lugar que se nos deja, una invitación que se nos extiende, los minutos que se nos espera ante una impuntualidad, el modo en que alguien nos atiende, la pregunta por nuestra salud o nuestro estado de ánimo, una caricia que se nos hace, una palmada en nuestra espalda o nuestro hombro, una llamada telefónica que nos sorprende agradablemente o que esperábamos y llega, una presencia prometida que se cumple, la recomendación de un libro, de una película, de un lugar, de una comida, de una lectura. Basta con estar despierto mientras se vive para agregar ejemplos de la propia experiencia a esta lista siempre abierta.”
“Ante cada uno de esos actos –comenta Sergio Sinay- cabe como respuesta la palabra gracias. No como una mera formalidad, sino efectivamente como respuesta, como una sólida y significativa devolución, como honra, reconocimiento o alabanza hacia quien, al hacer hacia nosotros eso que hizo, reconoció y confirmó nuestra existencia.”
Y agrega:
“Una de las facetas maravillosas de la gratitud es que, así como a través de ella celebramos el haber sido reconocidos, que se nos haya dado por existentes, también reconocemos la existencia del otro al corresponderle con nuestra acción.”
“Este círculo virtuoso” –afirma el autor- “requiere, para completarse, que la expectativa de una retribución quede afuera. El agradecimiento es la fase final, el cierre de una interacción. No se puede ir más allá de él. No podemos agradecer para que se nos agradezca. Quedar bien, que se nos recuerde, habilitar nuevos favores, serían motivos que convertirían a la gratitud en un medio. Y la gratitud es un fin. Es la señal de acogida emitida por un corazón receptivo y por una conciencia despierta.”
“Bastaría con mirar al otro” –finaliza Sinay- “con recordar su existencia, con salir del ciego aislamiento del egoísmo, del ensordecimiento de una vida sostenida sobre lo inmediato, sobre lo fácil, sobre lo urgente, sobre lo fatuo, para que la gratitud se convierta en parte natural y cotidiana de nuestro existir. Más allá de lo que, bajo nuestra responsabilidad, hagamos con ella, el solo hecho de que se nos haya dado la vida hace necesaria la gratitud y la convoca.”
Así termina el capítulo “La vida agradecida” del libro “La vida plena”, de Sergio Sinay, que les recomendamos efusivamente.
Hoy les proponemos pensar en aquellas personas con quienes tenemos una deuda de gratitud, y dar el paso necesario para saldarla: hacer ese llamado, enviar ese mail, concretar esa visita, esa palabra o ese abrazo que tenemos pendientes con alguien que nos ha hecho un bien.
Desde nuestro espacio radial, queremos aprovechar esta ocasión para volver a agradecerles a ustedes, nuestros oyentes, por sus comentarios, sus reflexiones y su compañía cotidiana.
Clarina Pertiné

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