Hemos
hablado ya sobre la gratitud en este espacio, hace un tiempo. Pues bien, es
hora –siempre es hora- de retomarla y volver a ubicarla donde merece habitar:
en el centro de nuestro corazón y de nuestra vida.
Sergio
Sinay, autor de un libro llamado “La vida plena”, que también hemos citado
alguna vez, le dedica a la gratitud un capítulo al que titula “La vida
agradecida”.
Y
nos dice lo siguiente:
“Nos
hemos ido acostumbrando a la idea de que aquello que tenemos, tanto en lo
material como en lo emocional o lo afectivo, es lo que debemos tener, y que eso que nos falta es lo que se nos debe.”
“De
esta manera, sin prisa y sin pausa, silenciosa e incesantemente acabamos por
conformar una sociedad de acreedores. Y no de acreedores exitosos, sino de
fiadores frustrados. Es que cuando se parte de la base de que aquello que
tenemos es lo menos que nos corresponde, dejamos de valorarlo y, en cambio, se
agiganta la dimensión de lo que falta.”
Y
sigue:
“Si
de veras se cree que lo que se tiene es lo mínimo merecido y se vive
permanentemente en estado de frustrado acreedor, se acaba por olvidar un valor
esencial para la convivencia humana. La gratitud.”
“La
palabra gracias” –explica el autor-
“viene del latín gratia, como se
denominaba al reconocimiento u honra que se hace a otro por un favor recibido.”
“Son
incontables los favores que recibimos en un día de nuestra vida” -sostiene-.
“Una puerta que se nos abre, un paso que se nos cede (como peatones o
automovilistas), una sonrisa que se nos brinda, un saludo, una pregunta que nos
permite expresar una necesidad, algo que se nos sirve, un recordatorio que se
nos hace, un lugar que se nos deja, una invitación que se nos extiende, los
minutos que se nos espera ante una impuntualidad, el modo en que alguien nos
atiende, la pregunta por nuestra salud o nuestro estado de ánimo, una caricia
que se nos hace, una palmada en nuestra espalda o nuestro hombro, una llamada
telefónica que nos sorprende agradablemente o que esperábamos y llega, una
presencia prometida que se cumple, la recomendación de un libro, de una
película, de un lugar, de una comida, de una lectura. Basta con estar despierto
mientras se vive para agregar ejemplos de la propia experiencia a esta lista
siempre abierta.”
“Ante
cada uno de esos actos –comenta Sergio Sinay- cabe como respuesta la palabra
gracias. No como una mera formalidad, sino efectivamente como respuesta, como
una sólida y significativa devolución, como honra, reconocimiento o alabanza
hacia quien, al hacer hacia nosotros eso que hizo, reconoció y confirmó nuestra
existencia.”
Y
agrega:
“Una
de las facetas maravillosas de la gratitud es que, así como a través de ella
celebramos el haber sido reconocidos, que se nos haya dado por existentes,
también reconocemos la existencia del otro al corresponderle con nuestra
acción.”
“Este
círculo virtuoso” –afirma el autor- “requiere, para completarse, que la
expectativa de una retribución quede afuera. El agradecimiento es la fase
final, el cierre de una interacción. No se puede ir más allá de él. No podemos
agradecer para que se nos agradezca. Quedar bien, que se nos recuerde,
habilitar nuevos favores, serían motivos que convertirían a la gratitud en un
medio. Y la gratitud es un fin. Es la señal de acogida emitida por un corazón
receptivo y por una conciencia despierta.”
“Bastaría
con mirar al otro” –finaliza Sinay- “con recordar su existencia, con salir del
ciego aislamiento del egoísmo, del ensordecimiento de una vida sostenida sobre
lo inmediato, sobre lo fácil, sobre lo urgente, sobre lo fatuo, para que la
gratitud se convierta en parte natural y cotidiana de nuestro existir. Más allá
de lo que, bajo nuestra responsabilidad, hagamos con ella, el solo hecho de que
se nos haya dado la vida hace necesaria la gratitud y la convoca.”
Así
termina el capítulo “La vida agradecida” del libro “La vida plena”, de Sergio
Sinay, que les recomendamos efusivamente.
Hoy
les proponemos pensar en aquellas personas con quienes tenemos una deuda de
gratitud, y dar el paso necesario para saldarla: hacer ese llamado, enviar ese
mail, concretar esa visita, esa palabra o ese abrazo que tenemos pendientes con
alguien que nos ha hecho un bien.
Desde
nuestro espacio radial, queremos aprovechar esta ocasión para volver a
agradecerles a ustedes, nuestros oyentes, por sus comentarios, sus reflexiones
y su compañía cotidiana.
Clarina Pertiné
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