viernes, 26 de octubre de 2012

El lenguaje del cuerpo cambia cómo nos vemos a nosotros mismos


Hoy les propongo que hablemos del lenguaje del cuerpo pero con una concepción distinta a la que estamos acostumbrados. Generalmente cuando hablamos de este tema nos referimos a cómo las demás personas nos  perciben, pensamos en interacción y en comunicación. Pero la Psicóloga Social Amy Cuddy, profesora de la Universidad de Harvard y altamente reconocida por sus estudios de la relación entre los  estereotipos y la conducta nos cuenta algo totalmente novedoso:
Nos olvidamos de otra persona que se ve influenciada por nuestro lenguaje no verbal. Esa persona  es: nosotros mismos.
La Dra. Cuddy estudió especialmente las expresiones no verbales de poder y de dominio. Estas son por ejemplo a cuando expandimos nuestro cuerpo, cuando levantamos nuestros brazos en señal de victoria, cuando básicamente nos abrimos corporalmente. Pero ¿qué hacemos cuando nos sentimos impotentes o sin poder? Exactamente lo opuesto: nos encogemos, nos metemos para adentro, nos hacemos chiquitos. La doctora se planteó una hipótesis ¿se puede fingir el poder hasta que uno lo obtiene? Y ¿puede esto cambiar no sólo cómo nos ven los demás sino cómo pensamos y sentimos sobre nosotros mismos?
La conclusión a la que llegó es que hay una cierta cantidad de evidencia de  que sí, se puede. Pero entonces la segunda pregunta que se planteó fue ¿puede nuestro cuerpo cambiar nuestros pensamientos y sentimientos? Y para investigar esto se centró en estudiar el comportamiento de las hormonas: la testosterona, que es la hormona de la dominancia y el cortisol que es la hormona del stress. Lo que encontró es que las personas poderosas tienen alta la testosterona y bajo el cortisol. Y en situaciones donde debe ostentar ese poder la testosterona sube más y baja su cortisol. Entonces realizó un experimento: hicieron que algunas personas fueran a su laboratorio y que durante 2 minutos se pararan, algunos con poses dominantes y otros con poses no dominantes sin decirles de qué se trataba. Luego les preguntaron: ¿Cuán poderoso te sentís? Y al responder les ofrecían a todos la posibilidad de jugar a un juego de azar. En todas las situaciones les tomaron un análisis de saliva antes y después del experimento. La testosterona de las personas con poses dominantes subió un 20% y las de poses no dominantes bajó un 10%.
Pero ¿puede una pose que adoptamos por unos minutos cambiar nuestra vida de manera significativa? Esa fue su siguiente pregunta.  Entonces los probaron en personas que iban a tener una entrevista de trabajo. Pero no se trataba de posar durante la entrevista sino antes porque volvemos al concepto de que el lenguaje corporal nos puede modificar a nosotros mismos. Y los resultados demostraron que las que habían hechos las poses de dominancia fueron elegidas para el trabajo.
Pero el tema siguiente que se planteó fue ¿se puede fingir poder o seguridad si uno no lo tiene? ¿Eso va a funcionar? Y sintetizando, la respuesta que nos da la Dra. Cuddy es que si. Ella dice: “Hay que fingirlo un día tras otro día y otro día hasta que uno se convierta en eso que fingió, se convierta en poderoso, en seguro. Háganlo una y otra vez hasta que lo internalicen y se conviertan y entonces no tendrán que fingirlo más.” Y continúa diciendo: “pequeños tweaks pueden llevar a grandes cambios” La palabra tweak no tiene traducción al castellano pero se refiere a cualquier pequeña modificación tendiente a mejorar un sistema. Y termina su exposición diciendo: “2 minutos, 2 minutos, 2 minutos. Hagan esto antes de cualquier situación de evaluación. Hagan que suba su testosterona y que baje su cortisol. Configuren su cerebro para dar lo mejor en esa situación.”
Interesante investigación queridos oyentes ¿no?
Vicky Detry 

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