martes, 14 de agosto de 2012

Remedios para el desamor


El renombrado escritor Enrique Rojas, autor de varios best-sellers, nos cuenta en su libro “Remedios para el desamor”, qué pasa con este sentimiento tan necesario pero muchas veces esquivo como es el amor. Él dice:

“El amor conyugal está en crisis porque los resortes del hombre contemporáneo se han vuelto frágiles. Se vive sin asideros, sin soportes sólidos, en una existencia que tiende al vacío, o a la superficialidad o al ritmo vertiginoso de vida, pero sin rumbo. Desde ella se hace difícil y costoso entender que el amor -darlo y recibirlo- se aprende y que necesitas, además de esfuerzos, renuncias y sacrificios.”

Continúa con una frase certera: “Es mucho más difícil mantener un amor que conquistarlo”.

Aquellos oyentes que estén en pareja van a entender perfectamente de qué nos habla Enrique Rojas. Y los que ya no lo están, seguramente van a compartir o asentir con la cabeza al oír la frase, pensando en ese amor que se tuvo y ya no se tiene. ¡Qué difícil y doloroso es perder un amor! El cuerpo duele de una manera difícil de explicar científicamente.

Enrique Rojas nos dice que hay una metodología para que el amor se vuelva amable. Tiene que ver con que el amor no se agota en el sentimiento sino “que se completa y engrandece por la voluntad, la inteligencia y el compromiso”, según expresa el autor.

 ¿Cómo se logra esto? Enrique Rojas nos acerca algunos “remedios”, como él los llama, para que no desesperemos:

Primer remedio: borrón y cuenta nueva.
Para arreglar una situación conyugal difícil es necesario esforzarse por asumir y digerir el pasado.

Segundo: Esforzarse por no sacar la lista de agravios.
Es ese inventario de pequeños y grandes errores, fallos, defectos, y fracasos que se acumulan tras la convivencia.

Tercero: El respeto mutuo en tres direcciones.
De palabra: Supone aprender a controlarse, ser dueño de uno mismo y no perder la calma.
De obra: Se destierra el trato cruel, con ensañamiento, salvaje.
De los gestos: Se evitan los gestos de desprecio, las caras largas, los aspavientos sistemáticos de desaprobación y las maneras desafiantes que ahogan cualquier posible reconciliación.

Cuarto: Para estar con alguien hay que estar primero con uno mismo.

Quinto: la vida conyugal tiene que ser argumental.
El aburrimiento es uno de los grandes enemigos de las parejas modernas.
La vida humana tiene que ser argumental: ha de tener unos objetivos, un
programa, unos proyectos, ilusiones y motivos para estar juntos.

Sexto: Evitar discusiones innecesarias.
De las fuertes discusiones no surge la verdad ni la aproximación de la
pareja. Hay que  saber callar en ciertos momentos difíciles.

Séptimo: Tener una vida sexual sana, positiva y centrada en la
comunicación.

Octavo: Hacer repetidos esfuerzos de voluntad por mejorar y
pulir las dificultades de la convivencia.

Noveno: Echarle a la vida sentido del humor.
Hay parejas que se pasan la vida dramatizando, que han aprendido a
agrandar los sucesos y a sacarlos de su perspectiva real. Hay que girar en sentido contrario. Cultivar el sentido del humor no es
otra cosa que ver el lado divertido de la vida; hay que ejercitar la risa, la ironía y la gracia.

Décimo: Aprender a remontar momentos, días o situaciones
difíciles.

Undécimo: Saber escuchar, aprender a dialogar y adquirir
habilidades en la comunicación.

Duodécimo remedio: Saber utilizar la mano izquierda.
Se refiere a la diplomacia; a saber callar a tiempo y conocer cuándo se debe hablar. A veces evitar ir de frente y elegir un camino colateral puede ser muy beneficioso para que la convivencia fluya mejor.

Decimotercer remedio: Los días rosas.
Uno de los cónyuges, un día cada dos semanas o al mes, procure hacer todo lo posible por agradar a la otra persona, esforzándose al máximo.

Decimocuarto remedio: saber que la vida tiene activo y pasivo.
La vida, sola y/o compartida, tiene notas positivas y negativas, luces y sombras.

Decimoquinto remedio: Frenar la tendencia a controlar, vigilar e inspeccionar al cónyuge.
Lo más grave es que conduce a sentirse observado y, por lo tanto, a mantenerse en guardia, perdiendo espontaneidad.

Y por último:

Decimosexto remedio: Frenar el lenguaje interior negativo sobre el
cónyuge.
En una pareja en crisis es frecuente que uno vaya teniendo una imagen mental negativa de la otra persona. Hay que evitarlo.
Vicky Detry

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