Desafiar la realidad

Hoy les propongo que conversemos sobre la posibilidad de desafiar la realidad.
Marlo Thomas es una actriz norteamericana que escribió varios libros, es activista social y además autora del blog que lleva su nombre. Allí expone una teoría suya que me parece muy interesante para difundir. Aquí va una síntesis de su pensamiento: “Desafiar la realidad: nunca asumirla.”  
Cuando leí esa frase, me invadió un total asombro. ¿Desafiar la realidad? ¡Si siempre nos enseñaron que había que asumirla!
Durante gran parte de nuestra vida hemos escuchado sentencias tales como: “Tenés que asumir que no te aceptaron para ese trabajo”; o “Es fundamental que asumas que tu novio te dejó”; o “Cuanto más rápido lo asumas, mejor.” Mi curiosidad era enorme y me llevó a continuar leyendo.
Marlo Thomas dice en su blog que una de las razones por las cuales creó su sitio web es “para darles a las mujeres un espacio donde reunirse y soñar, donde escuchar historias de mujeres verdaderas, compartir sus pasiones y así saber qué fue lo que las condujo hasta ellas. Siempre me inspiraron las personas que desafían la realidad en lugar de asumirla.”
Los hechos y las estadísticas pueden ser desalentadores y evitar que las personas nos animemos a comenzar algo. Lo mejor es que uno se atreva a crear sus propios hechos, que se arriesgue a transitar su propio camino, para poder desafiar los pronósticos negativos con renovada confianza. Podemos hacerlo siempre, a cualquier edad, en cualquier circunstancia.  
Ahí comencé a entender de qué se trataba lo que Marlo Thomas proponía. Me pareció que este pensamiento cobraba un nuevo sentido. Empecé a pensar en cómo muchas veces una simple frase puede detenernos o darnos un empujón inmenso hacia adelante. El título del artículo que la autora escribe en su blog resume esta teoría: “Nada se termina hasta que se termina”.

Ya lo decía José Hernández en el Martín Fierro: “No está muerto quien pelea.”

Empezar de cero, resurgir de entre los escombros, darse una segunda oportunidad, son conceptos con los que estamos familiarizados y que apuntan a lo mismo.

Por eso Marlo Thomas comenzó en su blog una serie con ese título, donde se cuentan muchas historias, todas de mujeres distintas, con relatos de vida completamente diferentes pero con algo importante en común: el descubrimiento de oportunidades y posibilidades alrededor de ellas, “si verdaderamente elegimos verlas”, como dice la autora.
Marlo Thomas manifiesta que esta serie le posibilitó conocer vivencias de mujeres extraordinarias que en determinado momento de su vida, en épocas de crisis y dificultades, decidieron tomar el control, redoblar sus esfuerzos e ir “por el oro”, según explica la autora. Y continúa comentando que esas mujeres “decidieron rechazar compadecerse de sí mismas.”
Y yo agregaría que decidieron, además, rechazar que el resto de las personas se compadeciera de ellas.
A veces los seres humanos nos quedamos quietos mirando cómo nuestra vida va por un sendero que no elegimos.
Año tras año nos quejamos, entre un amplio repertorio de frustraciones, de aquello que no podemos tener, decir o hacer. Soñamos en grande pero vivimos en miniatura.
En más de una ocasión culpamos al destino, a Dios, a los astros y a los demás por “lo que nos toca”. Nos cuesta pensar que el cambio está en nuestras manos y actuar en consecuencia.
Es comprensible y humano que por momentos cualquier acción deseada, anhelada y hasta planificada al detalle, nos parezca imposible de llevar a cabo. Nos sentimos como si tuviéramos que escalar el Aconcagua sin entrenamiento, sin herramientas y sin equipo. La meta, cualquiera que fuere, se nos presenta como inalcanzable.
Pero pensemos: ¿qué nos pasa cuando vemos a alguna persona, común como nosotros, lograr un gran objetivo? Por ejemplo: adelgazar 70 kilos y correr un triatlón, como Regina Redmond, una de las mujeres que cuenta su historia en el blog. O cruzar el Oceáno Atlántico sola en un barco sin saber nadar a los 65 años, como la maravillosa Aurora Canessa, primera mujer americana en lograrlo.
Si vamos a ser sinceros, tendremos que admitir que lo primero que pensamos al escuchar estas hazañas es que se trata de personas especiales, que probablemente posean alguna condición, o varias, de las que nosotros carecemos. ¿O no?
Pues bien, queridos oyentes, permítanme coincidir con Marlo Thomas en que la única condición que tienen en común estas y otras personas que han cosechado logros significativos en sus vidas, es que desafiaron la realidad en lugar de asumirla como un destino inexorable y sin posibilidad de cambio.
Dejaron de pensar en lo imposible como un freno y lo transformaron en un desafío.  Regina Redmond cuenta que caminó una cuadra por vez. Su primera meta fue llegar corriendo hasta la casa de la esquina; después hasta el almacén de la cuadra siguiente; después hasta la casa verde de la tercera cuadra y así fue dando siempre un paso más. No se detuvo hasta que adegalzó los 70 kilos que quería bajar y llegó a la meta en el triatlón.
El tema es no parar. Seguir hacia adelante. Hacer oídos sordos cuando algo o alguien nos desalienta. Pensar que si pudimos hasta acá, podremos también unos metros más. Y, por sobre todas las cosas, la clave y el secreto están en aprender a disfrutar del camino que hayamos elegido.
Para despedirme, les regalo un fragmento de la carta que escribió Aurora Canessa la noche antes de partir en su viaje en solitario por el Océano Atlántico:
“Son 3.550 millas náuticas de navegar mirando el cielo día y noche, charlando sólo conmigo, buscando mi ser... Voy a desplegar las velas, que son mis alas, y voy a volar, sintiéndome libre y disfrutando mucho, porque estoy cumpliendo mi sueño. Me acompañan todos mis seres queridos: los que están y los que partieron antes. Y volveré siendo una persona mejor.”
¿Qué opinan ustedes, amigos? ¿Es posible lo que parece imposible? ¿Han experimentado alguna vez la inmensa satisfacción de un logro que creían inalcanzable?
Vicky Detry