jueves, 29 de agosto de 2013

Por qué leer a los clásicos

¿Conocen Uds. un escritor llamado Italo Calvino? Siempre creí que era italiano, ya que esa es la lengua en la cual escribió un libro maravilloso titulado Si una noche de invierno un viajero, entre muchas obras más, entre novelas, cuentos y poesías. Pero lo cierto es que Italo Giovanni Calvino Mameli nació en Cuba en el año 1923, quizá en forma casual, ya que sus padres se encontraban trabajando en la isla antes de regresar a Italia.
Y como la pluma para algunos es ligera, lo fue también para este notable escritor que  también publicó artículos para diversos periódicos y algunos ensayos. Hoy quería compartir con Uds. sus reflexiones sobre “Por qué leer a los clásicos”.
Empieza diciendo que los clásicos son “esos libros de los cuales se suele oír decir: «Estoy releyendo...» y nunca «Estoy leyendo...». Y con respecto a la palabra releer considera que “El prefijo iterativo delante del verbo «leer» puede ser una pequeña  hipocresía de todos los que se avergüenzan de admitir que no han leído un libro famoso. Para tranquilizarlos bastará señalar que por vastas que puedan ser las lecturas «de formación» de un individuo, siempre queda un número enorme de obras fundamentales que uno no ha leído.”
Comparto la vergüenza que me produce admitir, en algunos círculos, no haber leído obras que muchos consideran fundamentales para nuestra formación cultural. Me consuelan entonces, las palabras de Calvino cuando dicen que “…leer  por primera vez un gran libro en la edad madura es un placer extraordinario: diferente (pero no se puede decir que sea mayor o menor) que el de haberlo leído en la juventud. La juventud comunica a la lectura, como a cualquier otra experiencia, un sabor particular y una particular importancia, mientras que en la madurez se aprecian (deberían apreciarse) muchos detalles, niveles y significados más.
Es como enamorarse en la adolescencia o pasados los cuarenta. Son dos experiencias diferentes pero enriquecedoras por distintos y diversos motivos que otro día podemos analizar en este espacio. Y entonces  Calvino ensaya otra definición de los clásicos diciendo “Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha  leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para  saborearlos”.
¡Cuánta promesa encierra esta frase! “En realidad, -dice el autor-, las lecturas de juventud pueden ser poco provechosas por impaciencia, distracción, inexperiencia en cuanto a las instrucciones de uso, inexperiencia de la vida. Pueden ser (tal vez al mismo tiempo) formativas en el sentido de que dan una forma a la experiencia futura, proporcionando modelos, contenidos, términos de comparación, esquemas de clasificación, escalas de valores, paradigmas de belleza: cosas todas ellas que siguen actuando, aunque del libro leído en la juventud poco o nada se recuerde. Al releerlo en la edad madura, sucede que vuelven a encontrarse esas constantes que ahora forman parte de nuestros mecanismos internos y cuyo origen habíamos olvidado. “
El ensayo es más largo y los invito a buscarlo en la red. Quisiera terminar con su tercera definición de los clásicos que dice así: “Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual. Por eso en la vida adulta debería haber un tiempo dedicado a repetir las lecturas más importantes de la juventud. Si los libros siguen siendo los mismos (aunque también ellos cambian a la luz de una perspectiva histórica que se ha transformado), sin duda nosotros hemos cambiado y el encuentro es un acontecimiento totalmente nuevo”.
Por todo lo dicho hasta ahor, quizá puedo contarles sin ningún pudor que la lectura de Los miserables funciono como una bisagra en mi vida, hecho que ocurrió hace menos de un año y luego de 35 de lectura postergada de una obra de tanta belleza. Y en tren de confesiones, soy culpable de haber terminado Ana Karenina de Tolstoi hace sólo un par de meses.

Pero como dice Calvino, en materia de clásicos, “que se use el verbo «leer» o el verbo «releer» no tiene mucha importancia”. Si disfrutan la lectura y les llego la hora, les recomiendo matizar los best seller del momento con algunos clásicos que sobreviven, entre otras cosas, por mucho de las recomendaciones de Clavino que nos alienta a leerlos.
Natalia Peroni

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