domingo, 18 de agosto de 2013

Borges y la memoria

Hoy les propongo pensar un poco en la memoria de la mano de Funes Ireneo , el personaje orillero del cuento de Borges “Funes el memorioso”
¿Existió realmente Funes Ireneo  o es sólo un personaje de ficción?. Esta pregunta cabe si pensamos en el estrecho límite donde juega Borges en alguno de sus cuentos, entre la ficción y la realidad, límite que a veces parece difuso.
En un primer momento el cuento puede llevarnos, como lectores, a confundir el personaje del relato con Borges. Borges es, por momento, el cuentista y Funes al mismo tiempo. Recordemos que el cuento narra la historia de un peón de campo quien perdida la capacidad de olvidar a causa de un accidente, yace inmovilizado en su lecho de enfermo. No poder olvidar significa recordar todo, hasta los mínimos detalles por eso Funes dice que su memoria es un “vaciadero de basuras”.
No poder olvidar, recordar todo, es según Borges, la causa por la cual Funes Ireneo no puede pensar. “Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer”, dice el narrador sobre su personaje, a la vez admirado y denostado en diversos pasajes del cuento.
Poder olvidar es también, poder dormir. Funes casi no podía dormir. El sueño y el olvido son dos caras de una misma moneda para Borges. Curiosamente, después de un período de su vida en la que lo atormentó el insomnio, escribió este cuento, dotando a su personaje de una memoria absoluta, incapaz de perder el detalle más pequeño de todo cuanto ocurría a su alrededor.  “No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y de diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente). Su propia cara en el espejo, sus propias manos, lo sorprendían cada vez”, dice Borges de Ireneo.
¿Se imaginan por un momento como sería vivir sin poder olvidar? ¿Se imaginan cómo sería no dormir? Si consideramos el sueño  como un depurador de recuerdos (sólo quedan en nuestra mente lo importante o lo más impresionante que nos haya sucedido), al no dormir no eliminamos recuerdos, es decir, no tenemos la capacidad de olvidar muchas cosas con las que no podríamos vivir.
Seríamos conscientes, por ejemplo, de los signos de envejecimiento que día a día se reflejan en nuestro cuerpo. Recordaríamos todos y cada uno de los momentos del día, con la cual la evocación del día anterior nos tomaría un día entero. ¿Podríamos por ejemplo, volver a tener un hijo si recordamos con exactitud los dolores de parto, las noches sin dormir y las innumerables veces que nos preocupamos por su salud? ¿Saldríamos a la calle si no pudiéramos olvidar el caos que nos espera en esta ciudad una vez traspuesta la puerta de nuestro hogar?
Y tantas otras cosas. Habría cosas grandiosas, con seguridad. Funes, por ejemplo, había aprendido luego de su accidente varios idiomas. Había creado un sistema de numeración donde a cada número le correspondía una cosa diferente y en pocos días había llegado hasta el 24.000 antes de abandonarlo por parecerle muy ambiguo. Recordaba cada hoja de cada árbol de un bosque entero.
Pero creo que, en definitiva, el balance no sería positivo. Porque para ser felices, para disfrutar de algunos pocos o muchos momentos de felicidad, tenemos que olvidar aquello que nos angustia o nos entristece. Tenemos que olvidar también las veces que nos equivocamos para poder animarnos a hacer cosas nuevamente. Olvidar también el dolor que nos hayan provocado algunas ofensas para poder perdonar o reparar de alguna forma los vínculos con nuestros seres queridos.

Y cada noche, dejar nuestros pensamientos de lado y olvidarnos por unas cuantas horas de todo, durmiendo ese sueño maravilloso de la mayoría de nosotros, que  afortunadamente podemos olvidar.
Natalia Peroni

No hay comentarios:

Publicar un comentario