Hoy les
propongo reflexionar sobre ciertos dogmatismos. Un dogmático es una persona que
fundamentalmente carece de espíritu crítico. El filósofo y profesor Eduardo
Rabossi, dice que un dogmático es una persona cuya estructura mental es esta:
-existe un conjunto de verdades fundamentales
acerca de x, y o z.
- yo (dogmático) las conozco;
- esas verdades, por ser lo que son,
no exigen justificación racional y sobre todo no pueden ser sujetas a críticas
racionales.
- todos tienen que aceptar esas
verdades (el mundo será mejor así)
- quienes no las acepten estarán en
el error y el error no merece ser tolerado.
Esta matriz
de pensamiento muestra varias cosas interesantes. Podemos ver, por ejemplo, que
el dogmatismo no es cuestión de contenidos, sino de estructura mental. También
podríamos concluir que dentro del modelo dogmatico no hay posibilidad de
resolver racionalmente ningún conflicto. Por último, y esto me parece muy interesante,
nos muestra que todos los dogmaticos son iguales dado que poseen la misma estructura
mental, el mismo estilo de pensamiento.
Por eso la
filosofía es considerada peligrosa para el dogmatico. Porque si hay algo que
caracteriza a la inquietud filosófica, es la posición no dogmatica. Podemos
llegar a convencernos, cualquiera de nosotros, que existen verdades básicas.
Pero no podemos considerar que estamos eximidos de fundamentarlas racionalmente,
ni que estas pueden quedar al margen de la crítica racional.
El
análisis, la interpretación, la crítica y la duda, cualidades imprescindibles
de cualquier proceso de conocimiento, son opuestas al dogmatismo. La
disposición para pensar la realidad de una manera flexible es una actitud ajena
a la persona dogmática.
Recuerdo
una frase del gran actor y humorista estadounidense que fue Groucho Marx. Decía
en clave de humor “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. Por
cierto no es una frase dogmática, pero tampoco es el relativismo absoluto la
solución. Es el otro límite que también hace imposible la discusión y la
posibilidad de generar acuerdos.
De un lado
el dogmatismo, del otro lado el relativismo. Y en el medio, un abanico formado
por millones de posiciones que difieren unas de otras. Pero vivir como seres
sociales que somos, requiere del diálogo para lograr acuerdos entre nosotros.
Saber que
nuestras verdades no son las únicas, poder escuchar las de los otros. De eso se
trata. Porque tener certezas implica, justamente, sentir la seguridad de que
una determinada afirmación es verdadera. Quizá podamos tener pocas –o ninguna-
certeza, pero podemos encontrar, entre las afirmaciones que emitimos, que
escuchamos y que leemos, distintos grados de probabilidad de ser verdaderas.
La clave
sería entonces, incorporar información y elaborarla crítica y reflexivamente.
De este modo, podemos alejarnos de las opiniones poco fundamentadas.
Natalia Peroni