Si está
entre tus planes mudarte, no dejes de prestar atención a estos consejos. Algunos
son de índole práctico, otros, no tan prácticos pero con seguridad te serán
útiles a la hora de encarar tamaño desafío.
Una vez que
lograste comprar o alquilar la propiedad que será tu hogar en un futuro
cercano, tenes que elegir la empresa de mudanza. No olvides comparar precios y
servicios ofrecidos por los distintos candidatos, averiguar si los empleados
cuentan con seguros y modos de facturación. Pero también preguntales si
manipularán con cuidado algunos objetos que son muy caros a tus afectos porque
el palo de agua que creció sin ningún pudor en el balcón, ese palo de agua te
lo regaló tu madre el día que te fuiste a vivir sola.
Deberás
decidir si vas a desprenderte de algunas cosas que hace años están en la
baulera. Te caben dos opciones, hacer una feria americana o donarlos a una
institución de caridad. El tema es que no hay forma de ponerle precio a los
cuadernos de tus hijos de primero a séptimo grado, o la cunita que no usas hace
más de 10 años y que claramente representa un peligro para cualquier bebé de
mas de 3 kg de peso. Comprá una buena cantidad de bolsas de consorcio y encara
la difícil tarea de seleccionar las etapas de tu vida que terminaran
compactadas en un basural.
Notifica la
fecha de tu mudanza en tu lugar de trabajo, seguramente dispondrás de algún día
de licencia previsto por la ley. Si esto no fuera así, podes hablar con la
gente de Recursos Humanos que es muy probable que no tengan mucho tiempo de
escuchar las consecuencias del enorme stress emocional a que estás expuesto o
expuesta, con lo cual seguramente te darán una licencia de algún tipo.
Notificar
el cambio de domicilio a bancos, empresas de seguro, pases de autopista,
compañía de celulares, consejos profesionales y tarjetas de crédito. Podes
olvidarte por un tiempo de este trámite y vivir unas semanas en el limbo
maravilloso de no tener que pagar tanto dinero por estos servicios. Quizá,
quién te dice, descubrís que no necesitas tantos abonos en tu vida.
Mientras
tanto, día a día, vas empacando tus cosas. Hacelo con prolijidad, tratando de
rotular correctamente las cajas al estilo de “utensillos de cocina”, “vajilla
de diario”, “ropa de los chicos”, etc. No dejes de prever varias cajas para las
muchas cosas de tu casa que se resisten a ser rotuladas, como ser, anteojos que
ya no sirven, cables que no sabemos que conectan, agendas de otros años y un
fax que no te animas a tirar aún cuando sabes que hace varios años que no le
compras el rollo de papel.
A esta
altura, debo hacerte una recomendación muy especial. ¡Ojo con las fotos!. Vas a
encontrarlas por doquier porque si vos tenés más de 30 años, sos de la época
que todavía revelábamos las fotos en papel. Y no vas a resistir la tentación de
mirarlas, una por una, hasta que la película de tu vida pase por delante de tus
ojos dejando pocos baches sin haber sido fotografiados.
Unos dos o
tres días antes, rega por última vez las plantas. El día anterior de la mudanza,
descongelá el freezer y la heladera y trata de encontrar alguien que te
desconecte los demás electrodomésticos de la casa. Y a la tardecita sentate a
mirar por tu ventana por última vez. Trata de recordar la silueta de los
edificios que tantas veces viste sin mirar, el color de los árboles de tu
vereda, decodificá el ruido al que ya te acostumbraste y ole los jazmines que
con tanto esfuerzo lograste hacer crecer en una maceta. Es probable que no
sobrevivan el destierro.
Ese día
seguramente te levantarás muy temprano, amanecerás por última vez mirando un
determinado punto del universo. Tu casa se llenará de gente que entra y sale a ritmo
frenético, te harán millones de preguntas e irás quedando arrinconada en cada
vez menos ambientes con algún mueble donde apoyar tu cansada humanidad. Serás
la última en cerrar la puerta de una casa vacía, que hace eco, con las paredes
que presentan las marcas donde hubieron cuadros y te darás cuenta que lo que
fue un hogar es solamente eso, algunas paredes desnudas.
Si está
entre tus planes mudarte, no dejes de pensar que esto, como todo, también pasa.
Y que pronto te espera una nueva casa para convertir en tu hogar.
Natalia Peroni
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